El tequila, el mezcal, el tepache, las aguas frescas, todas ellas son bebidas tradicionales en México. Pero, ¿y qué pasa con el vino? Es fácil olvidarse de los viñedos de este país, aunque a lo largo de la última década hayan visto duplicado su volumen de consumo y popularidad entre el público nacional e internacional.
En la actualidad, la cultura del vino entre la población nacional en México está lejos de la tradición vitícola chilena, francesa o española. Pero aún con esto, se puede decir que el creciente interés ha puesto al país en el punto de mira del sector.
La Baja California es el estado en el que se acumulan el mayor número de viñedos ya que las condiciones climáticas son similares a las de la región mediterránea y a las del Central Valley de California (donde se cultivan el 75% de las uvas de la región), haciendo de esta zona la ideal para el cultivo de la vid y la producción de vino.
Para disfrutar de la cata de estos vinos y visitar las bodegas de la zona existe una llamada ‘ruta del vino’ en la que se puede disfrutar de recorridos por el Valle de Guadalupe, el Valle de Santo Tomás, el Valle de San Vicente o el Valle de Ojos Negros, algunos de los más grandes productores de vino del país.
Un lugar ideal para comenzar la ruta es la ciudad de Rosarito, a tan solo 30 minutos de la frontera con Estados Unidos, donde se pueden degustar también algunas de las especialidades gastronómicas de la región antes de comenzar con la ruta enológica.
Actualmente México tiene 4,000 hectáreas de vid para la elaboración de vino, una cifra comparable a la cantidad que puede poseer una sola bodega en los grandes países productores. Sin embargo, el país cuenta con miles de hectáreas en regiones como la de de condiciones climáticas perfectas en las que seguir plantando una uva de calidad.Chihuahua, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro o Puebla