Visitar Rioja es un auténtico placer; es empaparse de los aromas y sabores de una tierra tan hermosa como acogedora, noble, en la que se vive y se cocina sin estridencias, con la verdad de lo auténtico por delante. Por esta razón, la oferta gastronómica riojana se basa en la autenticidad, la calidad y la variedad de productos extraordinarios de la región que tienen el Km 0 asegurado. Entre todos ellos destacan no sólo el omnipresente vino, de calidad y buena fama, sino también los frutos de una huerta privilegiada: coliflor, alcachofa, cardo, acelga, borraja, pimiento, espárrago… Cocinados de manera tradicional o innovadora en creaciones de los talentosos chefs de la región, algunos poseedores de estrella Michelin y otros reconocimientos. Además de la menestra, plato estrella sobre todo de la zona de Rioja Oriental, se suman otras referencias clásicas como los caparrones, el bacalao o las patatas a la riojana, y las chuletillas de sarmiento, cuyo aroma impregna los barrios de bodegas de los municipios de la DO.
Una de las principales referencias gastronómicas para los visitantes son los bares de pinchos y tapas de Logroño, concentrados en las calles Laurel y San Juan, consideradas de ‘interés turístico internacional’. Bulliciosas cada anochecer, especialmente los fines de semana, la multitud que las ocupa se desplaza de un bar a otro –actividad que los turistas internacionales bautizaron como bar-hopping–, degustando las diferentes especialidades que cada local ofrece: foie con confitura de violetas, solomillo a la pimienta, embuchados, champiñones, rabas de monte, patatas bravas (algunas reconocidas como las mejores de España), y un sinfín de delicias para el paladar que lo son aún más si vienen acompañadas de la generosa selección de vinos de Rioja: rosados, blancos, reservas, crianzas, de Viñedo Singular, de Municipio y hasta espumosos de calidad. Imposible no dar con el maridaje ideal.
Pero no todo queda en Logroño, porque la región tiene más rincones y más bares por descubrir. Tal es el caso de la calle de la Herradura en Haro, o las calles centrales de Laguardia Nájera, Santo Domingo, Arnedo o Calahorra. Lugares que han evolucionado al ritmo de los tiempos con apuestas variadas y diferentes para convertirse en pequeñas joyas gastronómicas. Porque la DOCa Rioja cuenta con una vibrante oferta gastronómica capaz de satisfacer un abanico de gustos muy amplio, con opciones que van desde un recorrido informal probando las diferentes tapas de cada lugar, hasta disfrutar desde la mesa de la propuesta de alguno de sus restaurantes con estrella Michelin, como el Portal de Echaurren, Nublo, Venta Moncalvillo, Ikaro o Kiro Sushi. Sea como fuere, el vino de calidad se encuentra allá donde haya ganas de disfrutar de la mejor gastronomía riojana.
Comerse Rioja, tapa a tapa
Si estás pensando en visitar la región, será imprescindible guardar esta selección de los pinchos más emblemáticos y sus maridajes para llegar al bar con los deberes hechos.
Las tapas: pincho de champiñón a la plancha coronado con gamba o brocheta de sepia a la plancha.
El vino: blanco joven, un excelente acompañante de ostras, mariscos y pescados blancos delicados. Ideal también para armonizar platos a base de verduras y, gracias a su acidez, salsas cremosas de pasta.
Las tapas: matrimonio (bocatita de boquerón, anchoa, queso y pimiento verde -también alegría o guindilla riojana–) o corazones de alcachofa.
El vino: blanco reserva, por su cuerpo y carácter, por su delicadeza y equilibrio que acompaña de maravilla el pescado blanco de carne firme, los quesos y el cierto amargor de algunas verduras.
Las tapas: cualquiera de la cocina internacional, como la mejicana, la asiática o la árabe.
El vino: un rosado, ya que su frescura y su intenso sabor se entienden bien con las especias y los sabores exóticos. De un salteado chino a un sashimi, el rosado todo lo puede.
Las tapas: embuchados con pimientos riojanos o chuletillas al sarmiento.
El vino: uno de los platos más tradicionales de la gastronomía riojana no podía maridarse con otro vino que no fuera un tinto Crianza. Cuerpo y complejidad a raudales.
Las tapas: solomillo a la pimienta o solomillo con foie.
El vino: el tinto Reserva, con sus matices especiados y sus notas ahumadas va de la mano de las carnes rojas.
La tapa: brocheta de piña y langostino.
El vino: un espumoso de Rioja es el compañero perfecto de este pincho que mucha gente toma como postre.