Lo que son las cosas… Pepe de Lucía (Algeciras, 1945) es el hermano cantaor de la familia Sánchez Gómez, los hijos “de Lucía”, la portuguesa. Pero su hermano menor, Paco –con el que había formado en 1961, cuando Paco tan solo tenía trece años, Los Chiquitos de Algeciras– se terminaría convirtiendo en una leyenda mundial de la guitarra, y su propia hija, Malú, se afianzaba como el fenómeno del pop español femenino de lo que va de siglo…
Él, que es leyenda viva por derecho propio, puede parecer, a los ojos del no conocedor, un personaje secundario en la historia del flamenco. Pero no lo es; ni mucho menos. Él, además, está orgulloso de su trayectoria, de sus más de trescientas canciones compuestas –y cantadas por artistas como Azúcar Moreno, María Jiménez, Remedios Amaya, Alejandro Sanz o, sobre todo, Camarón de la Isla, al que descubrió– o de sus dos Grammys. Y ahora, catorce años después de su último disco, se despereza con Un nuevo universo, grabado con Alejandro Sanz en su estudio de Miami antes del confinamiento de marzo de 2020.
Tu disco anterior, Tomo y obligo, lo publicaste en 2006. ¿Qué ha pasado para que hayas tardado tanto en publicar Un nuevo universo?
He hecho muchas producciones, la más reciente, Rompecabezas, para Duquende… A lo mejor me acomodé o aburguesé un poco, porque ya soy mayor [75 años, cumplidos en septiembre] y algún día tienes que pensar en decir basta. Mi hermano Paco decía que la guitarra era para él la peor enemiga.
¿Tú sabes lo que es la garganta? Puedes estar perfecto físicamente, con la salud a tope y, de pronto te resfrías, de la noche al día. Y es todo psicológico. ¿Tú sabes la cruz de “instrumento” que es la garganta? Porque yo salgo con absoluto respeto al público y quiero quedar bien y quiero entregarme y quiero darlo todo. Por eso, yo siempre salía a cantar arriesgándome. Sin arriesgarse cantas tú. Si cantas flamenco despacio, cantas tú, canta él y canta todo el mundo. Pero hay que cantar como decía Manolo Caracol que cantaba: con “la baticola”.
Pero en este disco parece que tu voz suena más suave…
Efectivamente, es un disco en el que he ido bajando un poco la tonalidad para no ser ese arrogante cantaor pegando gritos. Para eso, he bajado también la guitarra bastante y ahora puedes percibir que mi voz tiene más misterio y se escucha con tranquilidad. Pero, al mismo tiempo, tiene más peso, más profundidad, es más redonda y más misteriosa.
Siendo el autor de Como el agua ya tendrías que estar en un pedestal con letras de oro…
Gracias, pero hay otra que me enorgullece más que esa todavía, Al alba. Lola Flores, nuestra Lola Flores de toda la vida, la más grande, me dijo una vez en Marbella: “Pepe, la canción más bonita que yo he escuchado en mi vida es tu canción de Al alba”. Eso es lo que más me gustado; se me quedó como un estigma en mi piel.
Luego he hecho muchos temas a Camarón: La luz de aquella farola, Quiero quitarme esta pena, Viviré, Sólo quiero caminar…
Tiene otro título Al alba, ¿no?
Sí, Sueño de amor… [No lo explica Pepe, pero el otro título lo tuvo que poner a regañadientes porque ya existía otra Al alba anterior, la de Luis Eduardo Aute]. Pero la ha cantado todo el mundo como Al alba: Malú, La Susi, yo mismo…
Es curioso que seas autor de cientos de canciones cantadas por infinidad de artistas de primer orden del mundo del flamenco pero que como intérprete no seas tan conocido por el gran público, que te identifica más como hermano de Paco de Lucía o padre de Malú…
Yo soy un gran desconocido. Eso puede llevar aparejada alguna connotación que nunca me he planteado estudiarla. En esta industria están los personajes siniestros, a los que no ves, pero están detrás de la pared y te hacen daño.
Yo conozco a gente que ha dicho de mí que soy el mejor, en general, y el mejor productor también, pero añadían que soy muy conflictivo…. Y yo no lo he sido jamás. Yo sé quien le ha hablado mal de mi a Mario Pacheco [el fallecido propietario de Nuevos Medios, la principal compañía discográfica de nuevo flamenco, donde se dieron a conocer, por ejemplo, Ketama], pero siempre me he callado. Mi madre me enseñó a estar calladito: lo decía todos los días “tú calladito, tú calladito, tú calladito”, porque veníamos de una posguerra tardía. Mi hermana María, que era la mayor vivió hasta los bombardeos, porque las tropas entraban de África por Algeciras.
Yo pensaba que tú te situaste en un segundo plano, trabajando con tu hermano Paco y con Camarón, porque te sentías más cómodo fuera del primer plano del foco…
Han dicho que Paco de Lucía fue el primer flamenco que marchó a América. Bueno: hubo muchos que ya habían estado antes en América, como Sabicas, que incluso murió en Nueva York. Pero es que antes de que estuviera mi hermano Paco en América, estuve yo. Rancapino también me lo recordó en una ocasión, que antes de que Camarón fuera conocido en América, yo era el artista de flamenco conocido y Rancapino me había visitado allí, en mi casa.
Pero eso a mí no me enorgullece. A mí me enorgullece que mi hermano Paco sea lo que es ahora mismo: un dios. Era un ser humano con una calidad tan grande, con una personalidad arrolladora, con una bondad y una generosidad tan grandes que toda la familia le debemos mucho, porque ha vivido por y para nosotros. Pero yo he estado también ahí, arrimando el hombro.
Lo que pasa es que cuando descubrí a Camarón en Cascorro, porque me habló de él un palmero de Bambino, todo se desmadró. Me lo trajeron del tablao Torres Bermejas, le dije “cántame un poquito por soleares” y después me comentó que había hecho algo con Antonio Mairena y con Sabicas, pero que no se le había escuchado nada. Y yo le contesté: “¡pues a ti se te va a escuchar, y bastante!”.
Me fui corriendo para mi casa; se lo conté a mi padre, que era asesor de flamenco de Phillips, y de ahí salió ya el contrato con Camarón y a grabar los dos como locos ese disco que se tituló Arte y majestad. Con pocos discos más se formó la revolución: Camarón “con la colaboración especial de Paco de Lucía”. Aquello fue un éxito. Y yo fui partícipe de eso, con todo mi respeto y mi humildad.
Yo he compuesto para Camarón y he hecho que pudiera cobrar dos o tres millones de pesetas, más que Antonio Mairena. Antonio Mairena se retiró por las 200.000 pesetas que cobraba Camarón más que él. Y se presentó a su manager, Pulpón, y le dijo que ya no trabajaba más. Y se retiró de cantar, ese pedazo de monstruo, Llave de Oro del Cante [galardón histórico que, desde sus creación, en 1868, sólo se ha concedido en cinco ocasiones: a Tomás el Nitri (1868), Manuel Vallejo (1926), Antonio Mairena (1962), Camarón de la Isla (2000) y Fosforito (2005)]. Camarón también la tiene, y una persona, bueno, un personajillo, dijo en una ocasión que cómo podía tener Camarón una Llave de Oro… Y yo le contesté: “¿Por qué dices eso, muchacho? Y tú ¿cómo tienes un puesto de trabajo cultural? si tú tendrías que estar de espantapájaros en tu pueblo”. Ese ha sido mi problema…
Tu hermano Paco y tú también trabajasteis con vuestro otro hermano mayor, Ramón de Algeciras. ¿Qué tal fue la relación laboral?
Estuvimos quince años, con el famoso septeto [formado también por Paco de Lucía, Jorge Pardo, Carles Benavent, Rubem Dantas y Manolo Soler]. En esa época, el representante que llevaba Paco era Barrie Marshall, el mismo de Paul McCartney, de Lionel Richie, Tina Turner, Cher, Elton John o Céline Dion. Barrie hacía Europa y Estados Unidos. Y Berry [José Emilio Navarro Viña, que también representa a Serrat y Sabina] nos llevaba en España y Sudamérica.