A Marcelo Burlon (El Bolsón, Argentina, 1976) se le conoce internacionalmente en el mundo de la moda por la marca que creó en 2012, County of Milan, y por el consorcio italiano que creó tres años después, New Guards Group, un conglomerado multimarca de moda de calle, ajeno a las pasarelas y al establishment de la moda, y totalmente volcado en un público joven. Se convertía, así en la versión indie de lo que representan gigantes franceses del lujo y el estilo de vida como LVMH y Kering. No está nada mal, para un chaval nacido, como él explica, “en un pueblo hippie a 120 kilómetros al sur de Bariloche”.
Hijo de madre libanesa y padre italiano que se conocieron en la región andina de la Patagonia argentina, su familia decidió trasladarse a Italia en 1990 en busca de mejores oportunidades de vida. “Cuando llegamos a Italia nos establecimos en un pueblo del centro del país y mis padres empezaron a trabajar desde muy abajo, en fábricas de zapatos o limpiando hoteles los fines de semana y yo enseguida me metí en el ambiente del clubbing y empecé a trabajar en discotecas con quince años. En esa época, a los chicos y chicas un poco ‘raritos’ nos pagaban para bailar como gogós”.
El amo de la noche
El mundo de la noche y su glamur le atrapó definitivamente cuando empezó a organizar cenas, inauguraciones o fiestas, hasta que el mundo provinciano del centro y sur de Italia se le quedó pequeño. “En 1998 me trasladé a Milán –prosigue–. Habían pasado ocho años y me había convertido en un personaje de las discotecas del centro y sur de Italia. Cuando llego a Milán seguí organizando fiestas los fines de semana y enseguida empecé a trabajar para la empresa más importante de organización de eventos y fiestas, Magazzini Generali y me vuelvo ‘el personaje’ de Milán y empiezo a actuar también como DJ. En esa misma época abro mi propia agencia de eventos y empiezo a organizar eventos para todos los diseñadores –de Riccardo Tisci a Dolce & Gabanna, pasando por Chanel, Marc Jacobs, Maison Margiela o Versace–: les llevaba gente, les organizaba la producción de toda la fiesta y pinchaba”.
En 2012 Burlon decidió lanzar County of Milan, “para que la gente se llevara algo mío, más allá de una noche de fiesta”. County of Milan tuvo desde el primer momento un éxito inusitado y se volvió viral en todo el mundo: jugadores de la NBA, raperos, artistas, etcétera, empezaron a vestir las camisetas con las que se dio a conocer la marca, aunque el proyecto evolucionó rápidamente hasta convertirse en una marca de moda en toda regla, inspirada en elementos de la artesanía argentina. Por si necesitaba un espaldarazo del establishment, este le llegó en 2014 al ser el diseñador invitado de Pitti Uomo.
675 millones de dólares
Ese reconocimiento de la industria llevó aparejado un nuevo salto adelante: New Guards Group, un holding multimarca de moda de calle en el que figuraban nombres emergentes que él se encargó de terminar de llevar a la estratosfera: Off-White (de Virgil Abloh), Opening Ceremony, Palm Angels o Heron Preston. “Todas estas marcas las traje a nuestro grupo y las lanzamos internacionalmente, desde cero –comenta Burlon–, y se convierten en un éxito mundial, rompiendo las reglas del mercado y escribiendo una nueva etapa de lo que es la moda internacional, porque todo el mundo estaba acostumbrado a ver a los diseñadores como estrellas, mientras que nosotros, en cambio, estábamos muy relacionados con la fiesta y el mundo de los DJs y convertimos la moda en algo muy accesible”.
En agosto de 2019, New Guards Group fue adquirida por Farfetch por una cifra situada en torno a 675 millones de dólares… y hace tres meses su alejamiento de la moda llegó al capítulo final: “ya no trabajo más con County of Milan –me explica–. Se cumplieron doce años y se cerró un ciclo y ahora hay una nueva etapa que ni siquiera sé cuál es, porque ya no estoy interesado en la moda en absoluto”.
Burlon, que en alguna ocasión ha afirmado no considerarse ni visionario ni alguien que haga planes a futuro, sino que todo lo hace por intuición e instinto, ha decidido que tiene todo el dinero que necesita para vivir tranquilo y relajado… en Ibiza. “El instinto me ha llevado a optar por una vida muy simple, a vivir el día a día, sin muchos objetivos futuros –afirma–. Tengo 47 años y estoy muy plantado con los pies en la tierra y muy tranquilo. Vivo en el campo, en Ibiza, con mis perros y mi marido. Tengo mi casa en Milán, a la que voy cada tanto, y paso cuatro meses al año en Patagonia, donde tengo una cervecería con mi hermano y voy a inaugurar un club de pádel en unos meses. También pincho mucho como DJ. En la Patagonia hago muchas fiestas en un laberinto gigante de seto de una amiga. En Ibiza también pincho, pero lo hago en las plazas de los pueblos, que es de las cosas más bellas que hay: en mayo pinché en la plaza de San Lorenzo y el 15 de junio pinché en la plaza de San Joan. El 22 también estuve en Pachá”.
La Ibiza mágica
Ibiza es lo que ahora considera su hogar, la isla que descubrió en 2003. “Los italianos que venían a Ibiza lo hacían a hacer fiesta y drogarse hasta reventar y yo había dejado las drogas hacía muchísimos años, mucho antes de llegar a Milán en 1998 –recuerda–. Pero vine con mi grupo de amigos al casamiento de una pareja y descubrimos una isla que nunca nos hubiéramos imaginado. Nos llevaron a Cala Pluma, que entonces era un sitio en el que todo el mundo hablaba en voz baja y limpiaba la playa para que al día siguiente estuviera limpia para el que viniera después… Ahí descubrimos una isla mágica y ahí comenzamos cada año a juntar las moneditas para alquilar un piso con los amigos. Después juntábamos unas moneditas más, hasta que, despacito, alquilamos un mes la casa. Después llegaron las villas y en 2018 comencé a buscar casa para comprar y al año siguiente encontré esta casa increíble [donde se han hecho las fotos del reportaje] en medio del campo, entre San Lorenzo y San Carlos que es un sitio perfecto para mí.
Como buen argentino, Marcelo Burlon es un experto en asados semanales. “La primera cosa que puse en el barco fue una parrilla. Obviamente, no lo hago yo en persona: tengo gente que trabaja en casa, todos argentinos, que se ocupa de los asados. Donde sí me encargo yo de hacer personalmente el asado es en Patagonia: es como una tradición”.
Después de veinte años de visitas constantes a Ibiza, hasta establecerse, Burlon se ha convertido también en un ibicenco más. “De la gastronomía local me gustan mucho el flaó –¡una de las cosas más increíbles que tiene Ibiza!– y la torta de ricota y menta.
Y mi plato favorito, el que comería siempre, es la pasta con atún de lata, pero del bueno, ¡eh!, y con salsa de tomate cherry y un par de ingredientes secretos. Ahora, las verduras orgánicas de mi huerto se pueden encontrar y probar en Can Can Alimentación, en Santa Gertrudis de Fruitera”.
Después de haber abandonado el mundo de la moda, sus inversiones se han dirigido a otros terrenos. Aparte de la cervecería que posee en la Patagonia y el club de pádel que va a inaugurar también allí en breve, “tengo muchas inversiones en cosas distintas: tengo una marca de mezcal, que se llama Selvático junto a mis socios de México. Soy coleccionista de arte y tengo piezas impresionantes de Keith Haring, Andy Warhol… En el jardín de casa, acá en Ibiza, tengo toda una serie de móviles, esculturas que se mueven con el viento de Ivan Black, David Worthington… Estoy viviendo la vida y gozando el fruto de tantos años de trabajo”.