“Yo soy palentina, castellana de pura cepa, así que imagínate si no he crecido con la tradición del buen comer y de disfrutar de un vino o una cerveza”. No es que arranque así la conversación con Marta García, reciente (y flamante) directora de márketing de la división española de Heineken, pero casi. Cuando quedas en la Taberna Pedraza sabes que, quieras o no, acabaras hablando del producto, de la cocina tradicional y de los sabores que nos marcan desde nuestra infancia. Prueba de ello es la suculenta cecina de la foto, que, ni cortos ni perezosos, metimos entre panes para convertirla en un bocata que no encontraréis en carta, vale, pero allá cada cual con cómo se organice su festín. Igual que Marta su vida, marcada siempre por la aventura y con parada y fonda en ciudades como París, Londres, Dublín y Ámsterdam. “He vivido en seis países, pero cuando me dijeron desde Heineken (estaba en la central, en Holanda) que volviera a España, no lo dudé. ¡Piensa que somos unos de los más y mejores consumidores de cerveza del mundo!”. Para ella, el valor de Heineken reside en que es un grupo enorme, “pero también muy emocional, en el que todos los que intervienen en el proceso son clave, desde el que produce el lúpulo hasta el que reparte los barriles por los bares. Y todo para lograr que una misma cerveza sepa igual en 192 países”. Hablamos también de música, de cómo Heineken lleva años haciéndonos bailar de festival en festival; y claro, por eso del vínculo generacional acabamos pensando en los 90 y en aquellos primeros bailes cerveza en mano, pero con la promesa de no acodarnos en la nostalgia y vernos este verano en Jazzaldía, en San Sebastián. Eso sí, antes toca hacer desaparecer el bocata y brindar por la vuelta de Marta a Madrid, ciudad en la que ya vivió en plena crisis y que ahora, dice, “siento que vuelve a ser Madrid, mi Madrid, con ese espíritu que acoge a todos los de fuera”. Nosotros damos fe.