Tras trabajar en Nike o Idealista, Víctor M. Díaz fundó su consultora, especializada en el desarrollo de estrategias de comunicación y marca en canales online. O, en otras palabras, GOMA. Desde el primer momento tuvo claro que quería hacer un trabajo minucioso y pulido hasta el extremo. Por eso él y su equipo, formado y dirigido íntegramente por mujeres, eligen únicamente proyectos que les resulten atractivos, interesantes y que les permitan aprender y profundizar. Así lleva haciéndolo siete años y parece que su método funciona porque tiene bloqueada su cartera de clientes hasta 2026.
Con sede en los Pinares de San Antón (Málaga), en GOMA gestionan la comunicación de restaurantes como Bardal, Kaleja, Mantúa, Ta-Kumi, KAVA, Areia, Palodú o Beluga bajo el principio de exclusividad y amor incondicional porque, como afirma Víctor, “cuando amas lo que haces, no puedes dárselo a todo el mundo”. Él nos cuenta cómo lo ha hecho, cuáles son las claves de su método y cómo ve el futuro de la gastronomía en Málaga.
Entrevista a Víctor M. Díaz: “He rechazado clientes por el hecho de no haber sido amables conmigo o con el equipo”
¿Por qué ‘estudio de comunicación’ y no agencia?
Agencia, por pura semántica, implica algo ajeno, mediador y subordinado. No nos sentimos así con ninguno de los proyectos para los que trabajamos. Somos parte viva de los equipos, y nuestro espacio es una extensión de la oficina o cocina de cada uno de ellos para venir a hablar de lo que quieran, cuando quieran.
Llega ahora el séptimo aniversario, pero en el camino habéis conseguido trabajar con algunos de los mejores del sector en Málaga. ¿Dónde empieza todo?
Tras mi salida de idealista.com, los primeros trabajos fueron obviamente para el sector inmobiliario. Fue en una reunión con Paco Lago y Alejandro Picatoste (Lago Interioriza), cuando ellos mismos se dan cuenta de la falta que hacía alguien como nosotros en el sector al que ellos se dirigían. Gracias a ellos logramos reunirnos con Álvaro Arbeloa y Anabel Amuedo (Ta-Kumi), y sentamos una base y procedimientos de trabajo en gastronomía (que no hostelería) y agroalimentario que hoy perdura, aunque mejorada y pulida hasta el extremo.
Se puede decir entonces que ‘entrasteis’ en el sector gracias a ellos.
Fueron trampolín y puerta de entrada, y han seguido siendo prescriptores. Pero dejarnos las pestañas y el alma cada día es la única fórmula para haber ido creciendo a lo largo de estos años.
Has diferenciado entre gastronomía y hostelería.
Obviamente. Lo uno es la cima de lo otro. Trabajamos con narrativas de marca y en la gastronomía hay proyectos mucho más personales, con más historias que contar.
¿Por qué la decisión de ‘cerrar’ el cupo de clientes?
Primero, para asegurar que no existen conflictos de interés entre zonas y conceptos. No trabajamos con negocios que sean frontalmente competencia. Y segundo, para dar lo mejor de nosotros en cada línea. Sé que es algo que va contra las leyes económicas del crecimiento, pero es que cuando te implicas con algo hasta las venas, no puedes darle la misma intensidad a más de un proyecto. Evidentemente no es una decisión inquebrantable; hay unos números que cuadrar. Pero desde luego la entrada está limitada a proyectos que nos resulten atractivos, interesantes y que nos permitan aprender y profundizar.
Nos has contado off the record que has rechazado propuestas de grupos importantes de Madrid para desembarcar en Málaga. ¿A qué se debe?
Cuestión de feeling. Necesitamos estar en sintonía emocional con todos nuestros clientes. No creemos en la actitud directiva, ni nos dejamos secuestrar por dinero. No nos interesa la facturación vacía. He rechazado clientes simplemente por el hecho de no haber sido amables conmigo o con el equipo. Lo hacemos todo con mucho cariño y dedicación como para que no sea así.
Siete personas en el equipo y, aparte de ti, todo son mujeres. ¿A qué se debe?
Hay mucha más organización, empatía, calma y sensatez en ellas de la que he podido ver en ellos. Puede que sea casualidad, o puede que no.
¿A qué llamáis ‘comunicación’?
A todo lo que sucede con tu negocio fuera de tu negocio. Hay quien se limita a hacer fotos y videos chulos y subirlos a una u otra red social. Pero yo creo que la comunicación tiene muchas más aristas responsables directas del flujo de entrada de clientes, y una serie de palancas que hay que conocer y activar según las necesidades puntuales de cada uno. El último ejemplo, que no tiene nada que ver con la creación de contenido, ha sido nuestra especialización en gastronomía con Julia Pérez, de Gastroactitud, la obtención del WSET o la inmersión en CoverManager y TheFork. ¿Estamos obligados a conocer el sistema de reservas de nuestros clientes o a saber las añadas de vino que pueden resultar más rentables en su cuenta de resultados? Pues no, pero si conocemos a fondo las herramientas, aprendemos a sacarle partido y conseguir monetizarlas. Le puedes preguntar a cualquiera de ellos si lo hemos conseguido.
No hablas de ‘branding’ ni diseño web, ni organización de eventos, cosas más que típicas en vuestro sector. ¿Es que no los hacéis?
Siempre he dicho que ‘te define más aquello a lo que renuncias’ y nadie puede ser excelente en todas las áreas. Si Mateo en Narita hace unos brandings estratosféricos, Niels y sus chicos de EuropeLead trabajan las webs a las mil maravillas, y Álvaro Muñoz en Lumen o Pilar Candil con Ángel Pardo en Lima organizan unas acciones de activación brillantes, ¿para qué vamos a entrar en esos jardines? Es mucho mejor unir fuerzas y hacer sector.
Por concluir, ¿cuál es el futuro que prevés para la gastronomía en Málaga?
Brillante. Los líderes se afianzan, y los llamados a completar la primera línea se van posicionando para proyectarse durante muchos años. No es de extrañar que la ciudad y su gastronomía estén de moda.