El chef se ha enamorado. ¿Qué como lo sé? Porque mi comida está salada. ¿Estará salada la comida porque su novia es sosa o porque él está pensando en ella y se ha distraído con los pellizcos? Un pellizco de sal es mucho más que un montoncito. No hay amor sin pellizcos. Mi abuela, como te pillase escondido comiéndote el surtido de Reglero, te arreaba un pellizco de monja que no impedía que volvieses a asaltar la despensa, pero te dejaba un moratón donde te lo atizase. El surtido Reglero es uno de los sueños erótico-gastronómicos de los chavales que veíamos a los Chiripitifláuticos.
Todo el mundo sabe que cuando uno se enamora siente un pellizco en las tripas. Las tripas son el cerebro del gastrónomo, el paladar es el corazón.
A ti, ¿qué te gustaría más? ¿Que te diera de comer un chef enamorado o un chef que no se hubiera enamorado nunca? ¿Prefieres la comida dulce o bien salada? Cuando una persona es salada es garantía de que te hará reír, si no te hace reír no te vas a enamorar de ella, y sabes bien que el día que dejas de reírte con sus monerías esa persona te parece sosa. Fíjate si la palabra sosa es aburrida que cuando la sosa es cáustica se convierte en un veneno.
El otro día, en Formentera, mirando Es Vedrá, viendo los llauts trotar el mar esmeralda, el comensal que estaba a mi lado, probando unos mejillones, me dijo: «El chef está enamorado». Antes había venido y nos había dicho: «Estos son los mejores mejillones que vais a probar en vuestra vida». Cuando los probé me parecieron salados, pero desde ese momento no pude dejar de pensar si el chef estaba enamorado o si el pellizco se lo había metido el jefe de cocina.
Como aquella noche que ya recogiendo el restaurante se quedó solo con la cocinera y tiraron todos los cacharros al suelo después de hacer el amor sobre los fogones limpios. De tanto imaginar pellizcos me cayó un manchurrón que luzco a la sazón.
ANDRÉS RODRÍGUEZ es Presidente de la editorial SpainMedia y editor y director de las revistas Forbes y Tapas.
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