En el número 7 de la calle Jovellanos, en Oviedo, se encuentra Camilo de Blas, una pastelería que te transporta a principios del s.XIX no solo por sus sabores artesanos, sino por mantener intacta la esencia y estética de un establecimiento que lleva más de un siglo velando por la calidad.
Aunque Camilo de Blas abrió en Oviedo en 1914, no fue hasta 1924 cuando este negocio que Camilo abría para su hijo José marcaría un antes y un después en la historia pastelera de Oviedo. Fue en agosto de aquel año cuando José creó el carbayón, el dulce que cumple cien años siendo emblema de los ovetenses.
La incorporación de este pastel al catálogo no fue espontánea. El alcalde de Oviedo acudió a Camilo de Blas para que ideasen un dulce que representara a la ciudad en la Feria Internacional de Muestras de Gijón en 1924.
Aunque se tiende a pensar que a los ovetenses se les conoce cariñosamente como “carbayones” por este dulce, lo cierto es que fue al revés. “Lo bautizamos con el gentilicio de los ovetenses, que es carbayón”, nos cuenta Paloma de Blas, gerente adjunta y quinta generación al frente de la pastelería. “En asturiano, ‘carbayu’ es roble. Los ovetenses nos llamamos así en honor a un roble de aproximadamente 650 años que había en la C/ Uría. Impedía el paso de viandantes y circulación, se taló y en honor a ese roble surgió primero el gentilicio y después el nombre de este pastel”.
¿Qué es el carbayón?
Es un dulce con base de hojaldre, almendra Marcona y cobertura de yema. “Como curiosidad, le compramos los huevos a Dagu, la cooperativa a la que ya se los compraba mi abuelo”, cuenta Paloma, ingeniera química de formación que en la actualidad trabaja mano a mano con su padre en la dirección de la confitería. En Oviedo hay muchas pastelerías que hacen carbayones, muy similares y también con este nombre, pero el original es el de Camilo de Blas. ¿Qué diferencia a éste de los otros? El azúcar de palote.
“El carbayón lleva una capa de azúcar de palote, que es azúcar mezclada con agua a un punto determinado que no llega a ser caramelo”, detalla Paloma. “Al ponerla encima del carbayón, el azúcar cristaliza y se queda transparente y brillante. Este azúcar sólo la hacen dos personas en el obrador porque es súper complicado saber el punto exacto para que quede brillante y no blanco opaco”.
Una vez aplicado el glaseado, va al horno un momento para que termine de secar. “Hacer el azúcar a este nivel no es fácil, por eso verás carbayones más marrones, más blancos, pero no tan brillantes como los nuestros”. Además de ese brillo característico, otro detalle que marca la diferencia es la forma. “Cada empresa tiene su molde. Nosotros usamos los mismos moldes que usaba mi bisabuelo cuando lo creó y los replicamos con un fabricante de acero inoxidable. Nadie más los tiene, por eso algunos son más cuadrados, más estrechos…”.
Con la llegada de Paloma al negocio familiar y los nuevos hábitos de consumo, desde hace seis años también se hacen carbayones formato mini. “Son más o menos la mitad. Intenté que las proporciones fueran exactas, pero al final es mucho más jugoso el grande, que es el que la mayoría de clientes prefiere”, cuenta la gerente.
Un dulce y una historia de amistad
El carbayón fue creado por José de Blas y José Gutiérrez, maestro pastelero de Camilo de Blas en aquel momento. “Mi bisabuelo y José eran amigos, aunque tenían diferentes ideologías políticas. Con la Guerra Civil, mi abuelo se entera de que venían a por José Gutiérrez, así que le facilita que se vaya a Nueva York. Allí acabó trabajando como jefe de repostería en el Waldorf Astoria”, explica Paloma. “Años después, José Gutiérrez regresó a Oviedo y volvió a trabajar en Camilo de Blas”.
El carbayón es el sabor que a muchos ovetenses les recuerda a sus seres queridos, a las meriendas en familia o a la visita de amigos. Regalar carbayones es algo bastante habitual, ya sea cuando vas a casa de alguien a comer o para llevarlo como souvenir a otras partes del mundo. De hecho, el carbayón está pensado para aguantar bien los viajes y dura alrededor de un mes.
Es uno de esos bocados que al ovetense le trae recuerdos entrañables y el turista no quiere perderse cuando visita la ciudad que este año es Capital Gastronómica. De ahí que una de las temporadas altas de esta confitería, y más concretamente de este dulce, sea agosto, que es cuando hay más turismo en Oviedo. “En Camilo de Blas hay tres momentos clave: Navidad, Pascua y el mes de agosto. En agosto, concretamente, es cuando sube mucho la venta del carbayón. Normalmente hacemos unos 400 carbayones al día, en agosto hemos llegado a hacer 1000 carbayones”, cuenta Paloma de Blas.
Y si no vas a viajar a Oviedo ni tienes ningún amigo que te los traiga, puedes pedir carbayones a través de la web de Camilo de Blas. O también puedes intentar a hacerlos en casa con la receta que te dimos en este artículo. Y recuerda que si le coges bien el punto al azúcar de palote, igual eres el próximo maestro pastelero en Camilo de Blas.