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Investigadores de la Universidad de East Anglia en Norwich (Inglaterra) llevaron a cabo un análisis biométrico en el que descubrieron que el olor a pizza recién horneada reduce el estrés, la ansiedad y la irritabilidad.
El estudio científico, dirigido por el profesor Oli Buckley en colaboración con el Chicago Town, midió indicadores biométricos como la frecuencia cardíaca y la respuesta galvánica de la piel en participantes expuestos al olor de una pizza recién horneada. Los resultados mostraron una reducción en los niveles de ansiedad y nerviosismo.

Los científicos sugieren que esto podría deberse a la liberación de serotonina, la hormona ‘de la felicidad’ que regula el estado de ánimo, el sueño y el apetito. Además, no sólo es beneficioso por el efectos del olor en sí, la pizza también contiene triptófano en muchos de sus ingredientes, como el queso o la carne. Cuando éste llega al cerebro también se transforma en serotonina, contribuyendo a aumentar la sensación de bienestar y relajación.
Si a todo esto le sumamos la dopamina, la sustancia del placer, tenemos una ciencia sólida que respalda positivamente el consumo de pizza. ¿Qué más podemos pedir?