John Cheever es uno de los cronistas del lado amargo del sueño americano, cuya literatura está plagada de silencios, dobles lecturas y sobre todo, mucho alcohol. Sin lugar a dudas su texto más citado es El Nadador, lúcido retrato de la clase media-alta a través de un simbolismo tan singular como son las piscinas.
El protagonista es un extriunfador inmerso en una crisis existencial, que decide cruzar todo un condado pasando por las piscinas de sus amigos y conocidos. A pesar de lo atípico de la historia, Hollywood apostó por ella y le dio a un atlético Burt Lancaster el papel protagonista.
Dirigida por Frank Perry en 1968, El Nadador es relato del ‘Chéjov de los suburbios norteamericanos’ que no ha perdido un punto de originalidad y amargura. Mientras Lancaster nada, sus vecinos hablan y sobre todo beben como cosacos, tratando de ocultar una existencia tristemente vacía.
*Artículo de Javier Márquez publicado originalmente en el nº 34 de TAPAS. Si quieres conseguir números atrasados de la revista, pincha aquí.
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