Bebidas

El Águila, una cerveza inconformista

El águila

Es un error habitual pensar que ir a contracorriente es algo muy moderno, algo de estos tiempos. Sin embargo en todas las épocas ha habido inconformistas que han dado la vuelta a lo establecido. Y la historia de la cerveza El Águila, que nació en 1900 en el madrileño barrio de Delicias, es un buen ejemplo de ello. Su fundador, un artista bohemio y emprendedor, después de visitar varios países decidió lanzar una cerveza en un mercado donde el vino era uno de los principales protagonistas. Y gracias a su sabor característico y reconocible se extendió por todo el país, llegando a ser una de las cervezas más conocidas y vendidas, y contribuyendo al incremento del consumo de esta bebida.

De vuelta al presente y tras un parón, El Águila ha vuelto a nuestros bares y a nuestras neveras. La pasión por hacer las cosas con cuidado y ese espíritu libre que la definieron desde su primer día son valores que se mantienen hoy, más de un siglo después, a través de sus dos recetas inspiradas en su esencia original, aunque adaptadas a las tendencias contemporáneas.

El Águila

El Águila sin filtrar está inspirada en los métodos tradicionales de elaboración de principios del siglo XX en los que no se solían filtrar las cervezas y se mantenía la levadura. Por eso es ligeramente turbia y su aroma y sabor se intensifican. Para disfrutar al máximo de su receta, tan disruptiva como tradicional, hay que darle la vuelta a la botella antes de servirla, sin agitarla; y en el caso del barril, moverlo ligeramente cada día. Este ritual despierta la levadura que se quedará en suspensión, dotándola de un carácter excepcional. Por eso acompaña a sabores contundentes, como los de un buen cocido, unas croquetas o una ensaladilla rusa. Además puedes disfrutarla junto a sabores más exóticos como un ceviche o cualquier plato picante.

El Águila 1900, por su parte, es ideal para los que buscan esa misma cerveza, pero filtrada. Es equilibrada y fácil de beber, con un sabor que combina la intensidad de la malta caramelizada junto con la frescura de su mezcla de lúpulos. De color dorado brillante y espuma blanca consistente, al beberla se perciben aromas frescos con un toque cítrico, perfectos para combinar con una tortilla de patatas o una ensalada, pero también con un tartar de salmón o unos tacos mexicanos. Una cerveza diferente para quienes no se conforman con lo convencional.

*El Águila recomienda el consumo responsable