La Unión Europea teme que la explotación minera de aguas profundas con fines comerciales anunciada por Noruega tenga efectos negativos sobre las poblaciones de peces y, en consecuencia, sobre el sector pesquero, así como sobre los ecosistemas marinos, según ha señalado un portavoz de la Comisión a Europa Press.
El Parlamento del país vecino de la UE aprobó a principios de enero la exploración y explotación comercial de la minería submarina en aguas del océano Ártico a pesar de la presión ejercida por ‘lobbies’ pesqueros y ecologistas.
El país nórdico se ha convertido así en el primero del mundo en aprobar la explotación minera de aguas profundas para obtener materiales críticos para la producción de componentes como baterías de coches eléctricos o paneles solares, ya que su plataforma continental es rica en elementos muy cotizados como el zinc o el cobalto, según reveló un informe gubernamental en junio de 2023.
Por contra, la UE aboga por prohibir la explotación minera de los fondos marinos hasta que se descarten sus efectos nocivos, preocupada por la protección y restauración del medio ambiente, la biodiversidad de los fondos marinos y la mitigación del cambio climático.
«Mantenemos nuestra colaboración con Noruega para garantizar la protección del ecosistema frente a actividades perjudiciales», ha explicado un portavoz del Ejecutivo comunitario que ha confirmado la inquietud de la UE ante esta decisión.
Además, ha advertido del «impacto potencial» de esta práctica sobre las pesquerías de la UE, que en el caso del país escandinavo podría afectar a poblaciones de especial interés para la flota comunitaria, entre las que destacan las capturas de bacalao, eglefino, carbonero, merlán, solla o arenque.
Estas especies forman parte de los acuerdos pesqueros con Noruega, que abarcan aguas del mar del Norte, así como de los estrechos de Skagerrak y Kattegat, que separan la península danesa de las costas meridionales noruegas y del oeste de Suecia.
El Gobierno de la nación escandinava ha defendido la extracción de estos minerales como una oportunidad económica, aunque ha subrayado que «solo se permitirá si la industria puede demostrar que se puede hacer de forma sostenible y responsable».
No obstante, hasta la fecha, los proyectos de investigación subvencionados por la UE –con una inversión de más de 800 millones– muestran que la comprensión actual del funcionamiento de los ecosistemas de aguas profundas es aún «muy limitada» y concluyen que existe una «incertidumbre considerable» sobre los efectos de la minería submarina.
«Se necesitan aún estudios a largo plazo para calibrar todas las repercusiones de la minería en la biodiversidad y el ecosistema de los fondos marinos, así como sus posibilidades de recuperación», han apuntado las fuentes consultadas, que han advertido también de que la Comisión permanecerá «atenta a la evolución de la minería de aguas profundas en Noruega y en todo el mundo».