Es casi imposible llevar una dieta libre de gluten y que no sienten mal y es casi imposible tomar alimentos sin gluten y que no nos siente bien. Pero no es magia, es lógica (y algo de ciencia), y la explicación tiene mucho que ver con el poder de la mente y las costumbres alimenticias adquiridas.
Más o menos así resume el doctor Alan Levinovitz, profesor de la Universidad James Madison, el efecto que tienen en nosotros las dietas comprendidas con alimentos libre de gluten.
Dejando a un lado la lógica que nos lleva a pensar que cualquier persona que tenga problemas de celiaquía se va a encontrar infinitamente mejor tras el consumo de una dieta de este tipo, son muchas las personas que, sin tener ningún trastorno de la alimentación ni presentar intolerancias de alimentos, sucumben a la tentación de esta forma de alimentación. ¿El motivo? Saber que en ningún caso nos va a hacer un daño adicional.
El tema en cuestión es dar con la clave que hace que las personas no celiacas que consumen dietas gluten free afirmen encontrarse mucho mejor que consumiendo otro tipo de dietas. Y este profesor, tras múltiples estudios, asegura que la explicación tiene dos componentes: una parte psicológica, nos mentalizamos de que así tiene que ser y nuestro cuerpo lo acepta llegándonos incluso a sentir mejor tras esta ingesta, y una parte de rutina, crear un hábito alimenticio y constante hace que el cuerpo lo acepte como suyo y lo vaya moldeando a las exigencias del cuerpo.
Así que, sí, en su mayor parte, decir que una dieta sin gluten nos sienta mejor que otras sin presentar intolerancias que nos obliguen a consumirla y a encontrarnos mejor es sólo una respuesta placebo de la mente.