La palabra dieta casi siempre rima con castigo, infelicidad y pasar hambre durante un periodo concreto de tiempo. Todo esto a sabiendas de que, a la larga, nunca trae buenos resultados, como el temido efecto yo-yo, por ejemplo. Es por eso que cada vez son más los nutricionistas que evitan este término y coinciden en que debemos aprender a comer e incorporar ciertos hábitos saludables en nuestra rutina.
Ficha esta ‘dieta’ compuesta de unas pautas muy básicas para cambiar por completo tu estilo de vida:
Comer con tranquilidad
Vivimos como prisa, comemos a cualquier hora: de pie, sin masticar, mirando el teléfono… Nuestro cuerpo realiza un inmenso trabajo en la actividad de comer. Si metemos prisa a nuestro cuerpo la digestión se para y la hormona adrenalina interrumpe el trabajo al metabolismo y eso… ¡engorda! Que lo sepáis, si le digestión se para, TODO se estanca. ¡Echa el freno! Y pon en práctica el tomarte tu tiempo para comer.
Mastica mucho
Tu cerebro necesita tiempo para asimilar la cantidad de comida que ingieres y dar la orden de estar saciado. Si en lugar de masticar, engulles a toda prisa, no te saciarás nunca.
No mezcles muchos alimentos en cada comida
Elige hidratos o proteínas, pero no los juntes en un mismo plato y, ¡evita las salsas! Cada alimento lleva un proceso digestivo diferente, si los mezclamos sometes al cuerpo a una sobrecarga de trabajo que se traduce en gases, dolor abdominal y reflejo en tus cartucheras.
Busca la calidad
Grasas, hidratos, dulces… Todo tiene cabida en tu dieta pero, eso sí, siempre que elijas la opción de calidad. Los cereales que sean integrales, las proteínas animal o vegetal, y las grasas siempre de las buenas. En cuanto a la fruta y a la verduras eligelas frescas. Cambia los refrescos y apuesta siempre por el agua.
Vida activa y descanso
Y por supuesto, practica deporte y desconecta de vez en cuando para respirara aire puro.