Reportajes

¡Devorad la democracia!

Alguien tiene que decirle a la familia y amigos de Cristina Pardo que no guarda secretos ni tiene información clasificada sobre la esfera política. Ella asegura que no pasa nada. Pero si en las comidas diarias ya le interrogan, asusta pensar en sus cenas de Navidad. También es algo normal; cuando uno se convierte en una estrella del periodismo, las preguntas vienen solas. Por suerte dice que no es ‘discutidora’. Y cuando a uno le dicen eso en un entrevista, no le queda más remedio que aprovecharse.

¿Está engordando la derecha en España o simplemente estaba metiendo tripa?

Siempre que gobierna el PSOE, por unas razones o por otras, es como que de pronto hay mas crispación o la crispación deja de estar latente. Entonces, yo no creo que esté engordando la derecha porque, al final, el saco de votos que tienen -más o menos- es uno determinado. Sí que creo que se está dividiendo el voto, que partidos como VOX están haciendo más ruido –probablemente llevados por los acontecimientos que tenemos que tratar como Cataluña, la exhumación de franco…-. Por lo tanto, pienso que se hacen notar más, pero no tengo claro que estén engordando, sino que se están dividiendo, hacen más ruido…

Entonces, ¿no hay una derecha dormida que salta ante determinadas circunstancias?

Bueno, es que salta porque siempre ha estado ahí. A mí me llama la atención cuando veo una manifestación en la que la gente grita “Franco, Franco”. Si estuviera vivo, entiendo que salgas a la calle a pedirle que vuelva. Pero a un señor muerto, no sé. Tendría más sentido salir y gritar “Zapatero, Zapatero” o “Mariano, Mariano”. Pero esto no es algo ‘’exclusivo’ de España. Hay un montón de países en los que la derecha radical da pasos de gigante. Sí. Pienso que tendemos a empequeñecernos: mi territorio, mi nación, mi país, etc. Creo que sí se están polarizando las cosas y se abona el terreno para discursos facilones y pligrosos.

¿Quiénes son los responsables?

En España existen varias razones. Por ejemplo, el discurso agresivo de los independentistas crispa a una parte de la sociedad. Otra parte de la población se siente atacada cuando se habla de exhumar a Franco. Y todo esto crea un caldo de cultivo, junto con discursos como el de VOX –‘Los españoles primero’- que pueden ser muy tentadores. Culpables son, probablemente, todos los que llevan ideas al límite y aquellos que se aprovechan de eso para hacer un discurso facilón y asequible a sectores de la población muy diversos.

Hablando de la derecha: con el Partido Popular, ¿qué crees que le cerró el estómago a los españoles?

Hubo un poco de todo. La sordera fue importante. De hecho, ellos se dieron cuenta a mitad de su estancia en el gobierno de que no se podía gobernar de esa manera. La corrupción también ha sido letal. Y luego creo que ha habido una cosa mucho más importante que, a día de hoy, Pablo Casado no ha resulto: la reacción ante la corrupción. Mientras no resuelvan eso, no olviden las hipotecas internas –como la de Casado con Cospedal etc.,
el PP no será percibido como un partido que ha roto con la época anterior.

¿Será que se come bien ahí dentro?

El síndrome de Moncloa del que hablan tiene que ver con muchas cosas. Pedro Sánchez tenía una oportunidad al presentar la moción de censura, pero lo primero que hizo fue pegarse un pisotón a sí mismo al decir que iba a convocar elecciones cuanto antes para después decir ‘bueno, bueno, elecciones no’ al llegar al gobierno. Una vez más, no hemos aprendido nada. Si tú dices una cosa, la tienes que hacer, porque si no, la gente tiene la sensación de que a ti lo que te importa es ‘la poltrona’. Y lo mismo te digo con los presupuestos del PP; tú no puedes decir que Rajoy tiene que convocar elecciones si no aprueba los presupuestos, que esos presupuestos son infumables, y luego soltar, cuando llegas al gobierno, ‘si no se aprueban mis presupuestos, sigo con los del PP’. Es como si te diese igual ocho que ochenta con tal de mandar, y eso es lamentable. A mí me gustaría que demostraran un poco más de seguridad en sí mismos: convoco elecciones porque tengo un proyecto y espero que los españoles me voten. Pero yo esta manera de hacer las
cosas no la termino de entender. Y sobre todo a espaldas de los ciudadanos, pactando cosas que les benefician a ellos.

Siguiendo con Sánchez, da la sensación de que el tema del Cataluña se le está atragantando. ¿Acabará Pablo Iglesias haciéndole la maniobra de Heimlich?

Yo tengo sentimientos encontrados, porque creo que un gobierno hace bien en intentar dialogar para construirse su propio relato de ‘yo he llegado después de Rajoy y voy a hablar para que las cosas sean diferentes’. Todo eso me parece bien. Además, creo que a los políticos se les paga para solucionar problemas, y eso significa tener que dialogar hasta el aburrimiento. Otra cosa es transmitir la sensación de que estás haciendo movimientos de tapadillo que no nos cuentan. Me parece que Pedro Sánchez ha hecho gestos, y creo que, al fin y al cabo, es hacer política. Pero pienso que se está encontrando con los mismos problemas que Rajoy: los de enfrente no hacen ningún movimiento. El anterior presidente dijo ‘bueno, si usted no se mueve, hasta luego’ –que no creo que sea la solución- y Pedro no sé lo que hará. Pero enfrente no se mueve nadie. Ellos siguen en el alambre, amenazando continuamente con llevar a cabo el proyecto de manera unilateral. Así que seguiremos en este punto, hasta el infinito y más allá.

Saltando a otro punto infinito: el tema de los restos de Franco. ¿Corremos el riesgo de que se nos haga bola?

Me parece que no se puede hacer algo así de manera improvisada. Si tú abres este debate y quieres exhumar a Franco del Valle, tendrás que saber cómo lo vas a cerrar. Entonces, creo que bola se le está haciendo al Gobierno. Ya que tocamos estos dos temas, ¿quién alimenta el nacionalismo? Hace tiempo que digo que todos los partidos políticos han cometido un error: hablan para los políticos catalanes, pero no para los ciudadanos. Con lo cual, mientras los dirigentes independentistas están hablando a sus ciudadanos y alimentando el discurso, los de Madrid hablan para los políticos catalanes. Y creo que por eso les están ganando la partida. Desde ese punto de vista, todos alimentan el acionalismo. Si tienes un discurso que trata de aplastar un sentimiento, al final es negativo. Que la gente sienta que quiere ser independiente es algo legítimo. Otra cosa es que tengas que encontrar la vía para intentar llevarlo a cabo. Pero contra un sentimiento no puedes pelear. No puedes negarlo o decir que no tiene sentido. Luego, yo creo que los independentistas fomentan también que el resto de españoles tenga un sentimiento mucho más exacerbado de españolidad. Por lo tanto, es culpa de muchos.

Otro sector al que hemos cebado sin límites es la banca. Ahora dicen que las cosas van a cambiar. ¿Será verdad? ¿Dejaremos de cebarles?

No. Me parece que es importante que el sistema financiero de un país esté sano y funcione bien para tranquilidad de todos. Pero también es verdad que los bancos, uno no sabe cómo, encuentran siempre la manera de seguir ganando –lo hemos visto con el impuesto de las hipotecas-. Esto lo que me hace pensar es que, con la reacción tan disparatada del
Tribunal Supremo, igual los bancos están peor de lo que nos han dicho. En fin, creo que el ciudadano siempre tiene las de perder.

Por último: para ser cronista político, ¿es mejor tener pocos escrúpulos o un buen estómago?

Hay que tener el estómago a prueba de bombas y más escrúpulos que las personas de las que hablas. Si no, le estaríamos haciendo un flaco favor al oficio.