Con ellas aprendieron a guisar, a sazonar las cosas “a ojo” pero con gusto, a mimar el producto y a vivir la cocina como un arte que ha ido ganando importancia con el paso de los años. Su enseñanza y la herencia recibida –no nos olvidamos de su experiencia- han servido para conseguir reconocimiento a nivel nacional y mundial y a convertirse en lo que hoy son: grandes maestros de la cocina.
En un día tan especial como hoy, Día de la Madre, 6 chefs españoles recuerdan a Guía Repsol las técnicas que ellas, sus queridas madres, les enseñaron.
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
“De mi madre, Francisca, he heredado un conocimiento de la cocina popular y de todas sus técnicas. Con ella aprendí a freír, cocer, guisar o sazonar. Y eso nunca más lo olvidé”.
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
(Ríe) “a ver, déjame pensar… Con María Isabel, mi madre, aprendí a hacer los sofritos y la base de los guisos. También cocinaba mucho mi abuela Isabel, que me enseñó a hacer muy buenas masas. Pero lo fundamental de ambas era el cariño que le ponían a la cocina, ese no pensar en el tiempo que tardarían en hacer los platos”.
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
“¡Qué buena pregunta! ¡Uf, uf, uf! Asar, sobre todo cinta de lomo de cerdo ibérico, redondo de ternera o pollo. En todas las casas las mamás siempre han tenido un toquecito y ella lo tenía. Los asados me salen bien, pero jamás como el suyo porque tiene un conocimiento de la mano que yo no tengo. Y eso es honesto decirlo”.
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
“Su gran legado han sido los buenos sofritos, la salsa de tomate y la tortilla de patata. ¡Me encanta cómo trabaja la patata, qué buena es!”.
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
“Las técnicas tradicionales las he aprendido de mi madre, Amelia. Asar y, sobre todo, guisar, que en Galicia se guisa mucho y es lo que más se adquiere. El guiso es una de las grandes bases de la cocina y sobre él he ido incorporando técnicas nuevas».
Porque detrás de un cocinero hay una gran madre
“La verdad es que la herencia más importante ha sido la intuición, porque mi madre, Catalina, cocina como todas, con poca técnica. Me enseñó a conectarme con lo que estaba haciendo, a cocinar con el ojo, a tener mucho sentido común y a conocer muy bien el producto”.