El vino resulta ser la segunda bebida alcohólica por excelencia de Europa, por detrás de la cerveza. La industria vinícola puede ser una agradable fuente de ingresos, siempre que se fermente sus vinos y su fama de forma legal y legítima. Lo contrario a lo que ha sucedido hace unos días con una red de vinos que operaba en Francia e Italia y que ha resultado en un fraude de nada menos que dos millones de euros.
Aseguraban que sus botellas eran ‘grands crus‘, concepto que se emplea cuando un vino pertenece a una parcela o finca donde se elaboran ejemplares excepcionales gracias a un excelente terroir y al buen hacer del viticultor, sin embargo, no se trataban más que de unos líquidos granates mucho más corrientes solo que coronados con etiquetas falsas. Los clientes convencidos del engaño, creían que adquirían botellas de un hasta 15.000 euros de valor en el mercado internacional.
Esta fraudulenta venta de venta de vinos, no es algo nuevo para la comunidad europea. Catas como esta suceden una y otra vez. Lo último ocurrido en bodegas españolas se destapó en 2021 cuando se desmanteló un fraude que alcanzaba la venta hasta 50 millones de botellas de diversas denominaciones de origen catalanas. Sin embargo, en este caso el mercado de vino español está intacto.
Los mercados más afectados son el suizo y el italiano, ya que eran los favoritos con los que comerciar con estos vinos italianos disfrazados de vinos franceses de denominación de origen. Ha consistido en una investigación de más de diez años. Comenzó en 2014, al revelarse un entramado ilegal que involucraba a fabricantes de corchos, cápsulas e impresores de etiquetas, no obstante, no ha sido hasta el 2019 cuando se han reunido suficientes pruebas e indicios para reavivar la persecución.
Ha destilado en una macrooperación dirigida por la Europol, quien ha contado con la ayuda de los carabinieri italiano, de la gendarmerie francesa y de la policía suiza, que ha concluido en seis detenidos y catorce registros de inmuebles, después de varias redadas en las regiones de Turín, Milán y París. Entre los detenidos se encuentra un ciudadano francés acusado de fraude organizado y blanqueo de dinero, así como el presunto líder de la banda, de origen ruso, quien había sido condenado por cargos similares previamente. También están incluidos dos bodegueros italianos, que serían los responsables del fraude productivo.
En los numerosos registros se encontraron hasta 100.000 euros en efectivo y otros elementos que facilitaban la operación de la red, como botellas con etiquetas, lacre, utensilios para rellenar vino y máquinas para sellar completamente las botellas.
Como si de una serie de narcotráfico se tratara, la justicia en el sector del vino siempre está dispuesta y preparada para buscar y capturar a aquellos que hacen de este mercado una cata más amarga, terrosa y fraudulenta.