Deberían ser ilegales porque están buenísimos y son irresistibles pero son pequeñas y deliciosas bombas calóricas con las que debemos andarnos con cuidado. Característicos sobre todo de las fechas más señaladas como Semana Santa o Navidad – en las que parece que todos nos reunimos entorno a la mesa, comemos como si lo fuesen a prohibir y toda la comida del universo se acabase al día siguiente – son la parte más deseada de todas las comidas y cenas.
Leche frita, roscos fritos, pestiños, torrijas, profiteroles, buñuelos e incluso plátanos fritos son algunos de los más conocidos y sabrosos. Todos ellos muy parecidos y similares, casi todos tienen como base la harina, huevo y agua y a muchos de ellos se les añade después azúcar glas por encima.
Deberían estar prohibidos porque una vez que pruebas uno es imposible no comer más de una… ¡o tres!
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