No hace falta ser un adonis de la cocina, ser el nieto ingeniero o tener ese novio o novia ideal para caer bien a tu abuela. Si sabes cómo utilizar una sartén sin acabar con los dedos calcinados es suficiente. Aprovecha, limpia tu casa e invita a tu abuela a desayunar, picotear algo o, oye, hasta cenar. Esa copita de vinito sin que te vea tu madre y estos cuatro despropósitos culinarios harán que seas su favorito de la semana. Aprovecha que el resto están de vacaciones.
Cosas que se necesitan saber antes de ponerse manos a la obra con los huevos revueltos:
- Compra huevos frescos y no esos enanos que descansan en la balda sobre un precio que te parece surrealista.
- La sal, primero. Al hacer la mezcla. En flor de sal para finalizar.
- Los quieres medio hechos. No del todo, siempre recuerda que es mejor que queden poco hechos porque después con el calor del plato se siguen haciendo. Así que no te pases.
- ¿Mantequilla? Es una opción si no te importan las calorías. Eso sí, en su justa medida y esparciéndola al medio–final de la cocción.
Despropósito número 1
Tu abuela ahora va de sana. No le ha entrado la fiebre del running ni la locura por la lactosa (Dios quiera que nunca lo encuentre por internet) pero le gustan las cosas sanas. ¿Te toca cocinar esta noche? Huevos revueltos con algunas aceitunas, tomate en rodajas, cebolla y albahaca. Un plato mediterráneo tan fácil como cortar y echar que con un poco de pan de centeno.
Despropósito número 2
ABOCAAAATO. Salmón ahumado, huevos revueltos presentados de manera decente, aguacate, pan y tu hierba favorita. ¿Tiempo de preparación? ¿5 minutos? El canapé de la conquista.
Despropósito número 3
Hazlo quesadilla. Con mucho queso, champiñones y un buen pan que se quede crujiente porque lo vas a tostar toda cena parece más sencilla.
Despropósito número 4
Pan de centeno, espárragos verdes, verduras germinadas y mucho huevo. Para compartir y para sobrevivir.