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Rao’s, antes de ser una reconocida marca de salsas, fue un restaurante muy codiciado al que todo el mundo quería pertenecer, pero al que muy pocos podían acceder. Una exclusividad que continúan permaneciendo a día de hoy.
Y es que, gran parte de la sociedad desconoce que la receta de los Rao procede de uno de los restaurantes más simbólicos de Estados Unidos y/o de este emblema de la alta gastronomía desde 1896.
Orígenes
Desde que abriese sus puertas por primera vez en 1896, este restaurante se ha caracterizado por presentar un menú con el que experimentar los rituales italianos que Vincent Rao y Anne Pellegrino transmitieron, sin saberlo, a sus generaciones venideras.
Pero la historia se remonta mucho más atrás. Todo empezó cuando Anthony Rao se mudó con sus padres desde Italia hasta los Estados Unidos. Allí compraría un pequeño local en el Harlem Italiano -que por aquel entonces era una gran comunidad ítalo-americana- y dirigió el restaurante hasta su muerte en 1909. Louis Rao relevaría entonces el negocio.
Tras la muerte de Louis, su hermano Vincent Rao se hizo cargo del restaurante de la mano de su esposa Anna Pellegrino Rao, como una etapa esencial en la que los platos italianos tradicionales fueron ganando mucho más protagonismo en la carta, siendo ellos el origen de gran parte de la identidad del menú de hoy en día.
En 1999, Vincent falleció y el restaurante fue heredado por Frank Pellegrino, sobrino de Anna Pellegrino, y Ronald Straci, otro pariente cercano.
La herencia y la tradición de las recetas familiares que creció con Rao’s fue evolucionando y reinventándose así con el paso de los años, expandiéndose como el universo a lo largo de todos sus locales: desde el emblemático de Nueva York, hasta Las Vegas y Los Ángeles, en los que sirven algunos de los platos más poderosos del mundo.
El círculo de Rao’s en NY
Sin embargo, su local más representativo es y siempre será el de Nueva York. En él, su lista de clientes habituales se convirtió en el ‘quién es quién’ de la élite cultural y artística neoyorquina, que sigue presumiendo de haber servido a personalidades como Woody Allen, Billy Crystal, Rob Reiner, Nicholas Pileggi, Frank Sinatra, Robert DeNiro, Donald Trump, Danny Aiello o Al Pacino.
Por supuesto, como buen restaurante italiano, acogió asimismo en sus mesas a comensales afiliados a la mafia, como a los miembros de la Casa Nostra, John Gotti, Paul Castellano y Lucky Luciano. Incluso ha sido el escenario de algunos presuntos delitos relacionados con la mafia como atracos, maletas con cadáveres en su acera, y hasta asesinatos.
Políticos, deportistas e ídolos de masas también formaban parte de este círculo o culto de Rao’s, como una experiencia valiosa que sólo puede conseguirse si se es cliente habitual ‘con derecho a mesa’, o si se tiene la suerte de ser invitado por alguien que sí lo tiene.
En este sentido, a diferencia que cualquier otro enclave de moda de NYC, este pequeño restaurante de East Harlem reserva las únicas diez mesas de su comedor a ese selecto grupo de clientes habituales.
El poseedor de la mesa, decide qué hacer con ella: si aprovecharla, prestársela a amigos o donar la reserva a subastas benéficas. Una cena en Rao’s puede alcanzar pujas de varios miles de dólares.
La experiencia gastronómica
Se dice que comer en Rao’s se convierte en un ritual mágico que empieza al caer la tarde, durante el servicio de cenas, en torno a las 19h. Desde la mesa, los chefs ofrecen al comensal una serie de especialidades italianas, que van variando dependiendo de la sesión nocturna, pero casi siempre incluyen su plato estrella: sus famosas albóndigas con tomate.
El imperio de los Rao va entonces mucho más allá de su restaurante de East Harlem o de su línea comestible, trascendiendo a lo largo de las últimas décadas como un símbolo de estatus y/o el local más exclusivo de los Estados Unidos.