El pasado jueves, 16 de mayo, el aclamado cineasta Francis Ford Coppola estrenaba en la 77 edición del Festival de Cannes su última película. La esperada Megalópolis, una distopia que ha tardado décadas en materializarse y que la crítica ha recibido con opiniones completamente polarizadas. Pero más allá de lo que ocurra en el largometraje (y de las sensaciones que haya podido dejar en el público), el director de El Padrino ha contado un dato durante su presentación que a los de Tapas no nos ha dejado indiferentes: la película ha salido adelante gracias a una bodega que tiene el famoso director.
La película, protagonizada por Adam Driver, ha costado 120 millones de dólares y ha sido autofinanciada por Francis Ford Coppola gracias a la venta de parte de su exitosa bodega, la Francis Ford Coppola Winery. Lo contó el director durante una la rueda de prensa en el festival cuando un periodista le preguntó si el rodaje de Megalópolis había causado mella en su economía.
“Una de las razones por las que obtuve la línea de crédito que obtuve para poder hacer esto es porque en 2008 – ¿recuerdan esa crisis financiera – pedí prestados 20 millones de dólares en aquellos días para construir una bodega [donde] los niños pudieran hacer algo mientras sus padres bebían vino”, explicó el director.
Años después, en 2021 Coppola vendió parte de su negocio por un precio estimado de 500 millones de dólares. «Así que simplemente cogí el dinero de ahí, y puse el riesgo en Megalópolis», añadió Coppola en la rueda de prensa.
El director explicó que ni la película ni la venta de parte de su bodega han supuesto ningún tipo de problema económico ni para él o para su familia: «Mis hijos, sin excepción, Sofía, Román, tienen carreras maravillosas sin fortuna, no necesitan fortuna. Pase lo que pase, estamos bien. El dinero no importa. Lo importante son los amigos”, concluye el director.