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Comerse el Cantábrico

El chef del Cenador de Amós, Jesús Sánchez, Javier Corso y el Xiaomi 14 Ultra son los protagonistas de un maridaje fotográfico que es un viaje onírico en blanco y negro por la costa cántabra.

Como inmersos en la película El Faro protagonizada por Willem Dafoe y Robert Pattinson en la que todo es misterio, mar y fuerza, esta nueva edición de Comer con los Ojos nos lleva hasta las profundidades del mar Cantábrico. Una rica inmensidad que es la fuente de inspiración diaria del chef Jesús Sánchez y el lienzo sobre el que plasma toda su creatividad. Un ejemplo de ello es la Merluza Marea Negra que representa la fusión del blanco y el negro, la unión de la tierra y el mar, la tradición e innovación tan característica de esta costa y que es el plato protagonista del maridaje fotográfico de Xiaomi en el Cenador de Amós (tres estrellas Michelin). Este plato es, además, uno de los mejores del año 2023 por la Guía Michelin y un reflejo de su cocina, que derrocha honestidad, sencillez y técnica.

Hasta este punto de la península viaja el fotógrafo Javier Corso para empaparse del característico contraste entre luz y oscuridad de esta zona del norte de España. Y lo hace con el Xiaomi 14 Ultra en mano, que, bajo la firma Leica, cuenta con una cámara que se adapta a cualquier situación con la garantía de obtener un resultado profesional. El desenlace de esta aventura es una serie fotográfica en blanco y negro que es, a su vez, un viaje onírico al centro de la energía que guarda el mar Cantábrico para así narrar la historia de uno de los mejores restaurantes y chefs del mundo.

Como afirma Jesús, “hemos construido nuestro paraíso en torno a este enclave”, una declaración de intenciones que concentra la esencia de su proyecto, creado a partir de un sueño junto a su mujer en una aldea de 420 habitantes. Desde su casona-palacio del siglo XVIII Jesús trabaja para mantenerse en lo más alto del panorama gastronómico español y es donde se encuentran Javier y él para hacer realidad este maridaje fotográfico. Entre imágenes de un farero que vigila el infinito, de piedra y olas, cada bocado adquiere matices inesperados que se intensifican con el estímulo visual. Y, de pronto, mientras la merluza se deshace en el paladar, se escucha a las gaviotas, se percibe el aroma yodado y se siente la brisa del mar.