Gelatinosas, divertidas e insípidas, o eso dicen quienes han tenido el privilegio de
comer este (a veces) pequeño animal que en verano nos tortura.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura)
apostó por comerlas con el fin de hacer frente a las plagas, pero no sólo hay que
comerlas para hacernos un favor de cara a los días playeros en los que la corriente
va a en nuestra contra, sino que en ciertas culturas (como la asiática) están más que integradas en sus menús.
En China se han utilizado desde hace siglos como un medicamento natural debido
a que, a parte de no tener un sabor determinado y potente, su veneno acaba con
ciertas toxinas que afectan a nuestra salud diaria, su gran cantidad de colágeno
ayuda a nuestra piel y su poder regulador beneficia a la presión arterial.
En cambio, en España no es un alimento común o que se acepte con normalidad.
Crea rechazo. Por ello, hay algunos chefs nacionales que apuestan por intentar
incorporar este producto a nuestros menús –aunque sea solo por una comida-.
¿Dónde comerlas?
La Sopa Boba en Alpedrete (Madrid)
El Poblet (Sant Pol de Mar, Barcelona)
Dos Palillos (Barcelona)