Una celebración o reunión con amigos siempre es la excusa perfecta para preparar una buena parrilla. Organizando y planificando, la historia saldrá mejor, ya que por muy raro que parezca, simplemente comprar carne y carbón no va a hacer que se prepare solo y, lo más importante, que se prepare bien.
A pesar de la buena intención y de las ganas que, seguramente, todos los invitados le pongan a cocinar los productos, estos no siempre acaban resultando como nos los imaginábamos al proponer la idea de la barbacoa. ¿Es la carne que compramos diferente a la de los restaurantes? ¿por qué ellos tan bien y yo tan mal?
Pues bien, no es necesario que cuestiones otro minuto tu yo más cocinillas, porque el truco está en mirar. Sí, mirar, pero mirar bien, fijándote.
Empecemos por lo básico: ¿cuántas personas asistirán a tu entrada en el mundo de los fogones? Lo ideal es que haya, aproximadamente, unos 350 gramos de carne por persona. Y cocinar ésta en función de la demanda, ya que si no acabarás con una mesa llena de choricitos, salchichas y hamburguesas que han sobrado.
Para comprar carne, es vital la calidad. Si compras mala calidad, no habrá muchas posibilidades de mejorar el sabor en la parrilla, así que podríamos decir que la toma de buenas decisiones al principio es lo que va a marcar el resto.
En cuanto a la temperatura de la parrilla, esta tiene que ser la ideal. Pero, ¿qué es la temperatura ideal? ¿es un mito? Se trata de encontrar el termino medio entre que no se te achicharre la capa superior de la carne nada más meterla e intentar no cocer el producto porque esté muy fría. Por ello, lo primero que debes hacer es encender el fuego. Mientras la parrilla entra en calor, te recomiendo sazonar bien la carne y, a ser posible, de manera homogénea todas las piezas. Entonces, las brasas más potentes (y que en un supuesto de poner la carne al fuego la dejarían al punto máximo) se habrán apagado y obtendrás la temperatura idónea.
Es importante cerciorarse de que los productos estén secos, es decir, que se encuentren descongelados antes de meterlos en la barbacoa.
Una vez tengas las piezas dentro, espera antes de moverla, ya que se debe hacer tranquilamente. Dando vueltas a la carne no conseguirás que se haga antes, ni tampoco si la aprietas contra la parrilla; esta acción provocará que la carne quede seca y dura. En otras palabras, deja que la carne se haga sola, y sólo dale la vuelta cuando esté como la deseas.
En cuanto al orden de la parrilla, empieza por chorizos, panceta y morcilla. A continuación las piezas de pollo, y a medida que se vayan sacando, irán entrando los productos más grandes que necesiten una cocción mayor. De esta forma, tus comensales podrán ir picoteando. Recuerda siempre echar un ojo al apetito de estos para que no sobre comida.
Para acompañar, ensaladas, patatas y otras guarniciones y aperitivos para conseguir un menú equilibrado y que tenga un poquito de todo. Recuerda que hay algunos que comen más que otros y que no todo el mundo tiene predilección por ciertas carnes. Lo ideal es que los acompañamientos no llenen en exceso, pero ¿quién le va a decir que no a unas patatas?
Dale un toque final con la bebida. ¿Lo mejor? Comprar de todo, que se pueda elegir. Así siempre aciertas.