Dice que no interioriza sus personajes, pero Carlos Cuevas (Montcada i Reixac, 1995) habla con la misma suficiencia (que roza la irreverencia) juvenil de Pol Rubio, su papel en la serie Merlí. Sapere aure (cuya segunda temporada se estrena el 2 de abril en Movistar +). Es ese destello de canalla simpático del que tiene algo especial y diferente a los demás. Carlos es bueno, y lo sabe.
Barcelona, Madrid, serie, películas, teatro… ¡No paras!
Ahora estoy en Madrid. La nueva temporada de Merlí. Sapere aure está a punto de estrenarse y nos reclaman los medios para hacer promoción. Además, estoy ultimando detalles de una serie nueva.
Y de la que imagino que podrás explicar entre poco y nada.
Exacto. Más allá de que no tardaré a empezar a rodar, no puedo dar ningún detalle más.
Lo dicho, ¡no paras!
Y que siga siendo así. ¡Qué no decaiga!
En realidad llevas toda la vida currando, pero ahora hace unos años que lo estás petando.
Tengo la impresión de que esto va mucho por inercias y olas y ahora he cogido una muy buena. Y espero que cuando la ola rompa, pueda coger otra y otra y otra.
¿Sufres por si no viene ninguna ola más?
No, porque creo que esto no va de suerte, va de trabajo y yo estoy contento con mi curro.
No sólo confío mucho en el oficio sino que sigo formándome. Soy plenamente consciente que será muy, muy difícil mantener la intensidad de trabajo actual, pero mientras pueda seguir viviendo de esto ya me daré por realizado y satisfecho.
¿Y si no a qué te dedicarás?
No hay plan B. Soy actor y es lo que quiero hacer. Las alternativas es algo en lo que sólo pienso cuando me lo preguntáis los periodistas. Por suerte siempre he tenido trabajo, no veo por qué no debería tenerlo a partir de ahora.
El estreno de la segunda temporada de Merlí, sapere aude es inminente. ¿Hay los mismos nervios que cuando debes subirte a un escenario para estrenar una obra de teatro?
No. Los hay, pero lo sé porque muchos compañeros de reparto y de profesión los padecen, pero yo no.
¿Cómo lo haces?
Los nervios pueden existir el primer día del rodaje. Pero una vez que te dicen “corten” y finaliza mi trabajo, yo ya no puedo hacer nada. No puedo intervenir en el montaje, ni en la música, ni en los colores, ni nada.
¿Pero no dudas sobre si tu trabajo gustará o no?
Es que ya no tengo capacidad de reacción. Ya está hecho. Ya no tengo que chutar el penalti.
Merlí más que una serie ha sido un fenómeno. ¿Intuiste que era algo especial cuando te llegó el proyecto?
Sí se veía que era algo diferente, pero nunca se sabe si funcionará o no, si tendrá éxito o no. El éxito lo disfruta uno entre muchos proyectos que, por los motivos que sea, y no necesariamente porque sean malos, no han funcionado. Pero en este caso sí, recuerdo comentar con los compañeros que éste era un proyecto muy bonito, singular y diferente a todo lo que habíamos hecho antes. Y acertamos.
¿Tú ya eres de los que puede elegir los personajes que quiere hacer o aún te presentas a castings?
Tengo la suerte de que cada vez puedo elegir más, pero sigo yendo a pruebas. Y yo encantado de hacerlas. Cuando tengo que elegir, la pregunta que me hago es si yo vería como espectador esa obra, esa película o esa serie. Si me interesa como público potencial. Si la respuesta es sí, se me plantean otras preguntas, pero la primera y principal es ésta.
No me lo dirás, pero seguro que alguna vez has rechazado un papel y luego ha triunfado a lo grande.
¡No! Me ha pasado justo lo contrario.
¡Va!
Lo prometo. Me ha pasado que he dicho que no y después he sido muy feliz de haber dicho que no. Creo que una de mis cualidades es que tengo muy buena intuición.
Por la historia, por los temas que trata… ¿Has crecido trabajando en Merlí?
No sabría decir si se debe exclusivamente a la serie, pero soy muy joven aún e indudablemente estos años en los que he trabajado en Merlí he madurado. No sé si soy mejor persona, pero sí soy más adulto.
El oficio de actor debe ayudar a conocerse mejor a uno mismo. No puedes dar vida a otra persona si antes no sabes quién eres.
Totalmente. Puede resultar contradictorio, pero todos los personajes que he interpretado me han ayudado a conocerme un poco más. De todos modos, no soy de los que interioriza hasta lo enfermizo sus papeles. El mío es un oficio muy exigente, con sesiones de rodaje muy extenuantes. Una vez acabo intento no llevarme el curro a casa.
En los rodajes no todo es glamour.
Rodar una peli o una serie puede ser muy duro. Pero soy un privilegiado. Seguro que es más duro tenerse que levantar cada madrugada para salir a faenar con un barco de pesca.
Y tú, como espectador, ¿vas al cine y al teatro?
Lo que menos veo, curiosamente, son series, porque no logro mantener la atención durante muchos capítulos. Pero consumo tanto cine y teatro como puedo.
¿Qué es lo último que te ha hecho explotar la cabeza?
Ayer mismo fui al Teatro del Matadero de Madrid a ver Prostitución de Andrés Lima y Albert Boronat. Un montaje espectacular con unas actrices estupendas. Una locura.
¿Tienes ídolos?
No sé si ídolos, pero sí referentes, tanto jóvenes como adultos. Tras de mí viene una generación muy potente. Y de los que me han precedido, Eduard Fernández es un referente absoluto. Lluís Omar y Francesc Orella, también.
Son actorazos, si fueran yanquis tendrían el estatus de De Niro, Pacino o Hoffman.
Son peña muy buena que sí, si fueran yanquis habrían hecho cosas alucinantes. Del mismo modo que si yo fuera yanqui estaría haciendo Spider-Man. Y lo sabe todo el mundo. Lo que pasa es que hablo catalán [risas].
¿Lo harías?
No me lo planteo. Pero si llega y la logística es propicia, me iré. Pero no es algo que esté buscando.
¿Cómo se come en los rodajes?
De puta madre y cada vez mejor. Cuando era pequeño y empezaba, tenía que conformarme con bocadillos rancios. Ahora es flipante, con opciones vegetarianas y veganas. Es súper importante. Si un día soy productor será una de las cosas de las que me preocuparé, porque un equipo bien alimentado es un equipo feliz.
¿Eres vegetariano o vegano?
No oficialmente. Pero sólo como carne o pescado si salgo a cenar fuera de casa y alguien lo pide. En casa cuando cocino y en los rodajes lo reduzco a la mínima expresión e intento seguir una dieta vegetariana.
¿Eres buen cocinero?
Sí y cada vez me gusta más entretenerme en la cocina.