La Michelada lo ha intentado pero no hay quien tumbe al Bloody Mary como la cura para el momento más temido por el ser humano: la resaca.
Son las 10 de la mañana de un soleado domingo y tienes todo el día por delante. Lamentablemente ayer te liaste. Te pasaste. Mira que dicen que mezclar es mala idea y que hay alternar un vaso de agua entre copa y copa, pero a ti lo de los superconsejitos del día se te quedan en lecciones morales para bebedores débiles. A estas alturas, pocas recompensas se merece resolver las penas llamadas resaca con un café o un zumo de naranja, porque la bajada de vitamina B que está experimentando tu cuerpo solo tiene una solución: el ‘levantamuertos’ por excelencia conocido como Bloody Mary. Este cóctetel ha sido inmortalizado recientemente por el barman Brian Martels en el libro The Bloody Mary (Ten Speed Press), a través del relato de su historia y un recetario, que se salta las reglas del juego con zumos de zanahoria, agua de coco y guarniciones calóricas como bacon o mantequilla de cacahuete. “El brunch es algo importante en Nueva York, lugar donde resido, y me atrevo a decir que es hasta inevitable. Es el equivalente al poder de la Estrella de la Muerte para desviar a una nave espacial de su trayectoria y redirigirla hacia ella. La naturaleza demanda que un brunch se acompañe de un buen Bloody Mary, y yo siempre lo he abordado con integridad como director de bebidas de todos los restaurantes que dirijo [Bar Sardine, Fedora, Perla Café…]”, cuenta Martels para razonar el porqué de su libro.
El cóctel que pudo haber visto su origen con Fernand Pete Petiot en el hotel St. Regis en Nueva York (“pudo”, porque nadie sabe con certeza su verdadero origen), ha demostrado que se merece un hueco tanto detrás de la barra como en el hogar, haciendo quedar bien tanto al que lo prepara como al que lo bebe. Aunque también es verdad que el Bloody Mary puede llegar a rozar el horterismo por su ruda composición de ingredientes, pero saber quitarse el peso de una buena resaca con este brebaje demuestra que quien lo hace, tiene la clase suficiente para redimir los pecados de una noche de excesos a través de una sabia elaboración (penguinrandomhouse.com).
©Erik Medsker