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Nos convertimos en huéspedes del hotel Barceló Funchal Oldtown durante un fin de semana para explorar la grandeza de la isla desde el casco histórico de Funchal. Un privilegiado enclave rodeado de naturaleza, monumentos y belleza representados desde el océano hasta edificios históricos como la Catedral de Funchal y la Avenida do Mar. Allí pudimos vivir ese espíritu vacacional que se extiende durante todo el año, ya no sólo por su clima templado, sino por la energía y el espíritu hedonista que conecta a sus ciudadanos y turistas.
Una antigua fábrica de bordados
Este oasis moderno en el que relucen cinco estrellas se estructura en torno a 111 habitaciones que destacan por su diseño vanguardista. Una estética que se entreteje con la tradición del bordado a través de objetos históricos integrados en su decoración; una identidad ampliada a través de todos sus espacios y restaurantes en los que se sirven referencias a la técnica centenaria y a la cestería de mimbre isleña.
Y es que, todos esos elementos se armonizan con un sentido: mantener viva la esencia de su pasado a través de la artesanía madeirense y la arquitectura tradicional. Pues la infraestructura del hotel se levanta en base a seis edificios del siglo XVII, habiendo sido uno de ellos la sede de la fábrica Oliveira Bordados Enmaderienses. Otro de ellos perteneció a la familia Blandy’s, principal pionera del comercio del vino de Madeira y una de las mayores productoras mundiales en la actualidad.
Esas tradiciones e influencias se canalizarían en un elegante hotel encumbrado con un rooftop con vistas panorámicas al Atlántico: el llamado B-Heaven, o su propio paraíso concebido con una infinity pool climatizada en la que disfrutar del sol, de sus balinesas y de las vistas de todo Funchal.
Gastronomía ‘Made in Madeira’
El Atlántico puede beberse y degustarse desde las mesas de su restaurante Noz Café. Un espacio con un interiorismo tropical que basa su propuesta gastronómica en el concepto ‘all day dining’ a través de una carta que ofrece platos saludables en modo slow.
El comensal puede así sentarse en alguna de sus mesas y degustar su oda a la gastronomía madeirense en cualquier momento del día. Un tributo que materializan en forma de platos innovadores y originales como sus palomitas de coliflor con mahonesa sirasha o su crema de maíz en los que se mezclan sabores e ingredientes locales. Una fusión que también se traslada a carnes como el prego de pluma ibérica marinada con especias japonesas o las carrilleras de ternera melosas al vino de Madeira y shisho.
Pescados como su ceviche con productos de mercado o su delicioso atún rojo con salsa de mango y mayonesa de soja deslumbran asimismo en su carta junto a otras propuestas con las que descubrir la esencia de los platos típicos de la isla con ingredientes KM0.
El hotel cuenta asimismo con otro espacio gastronómico llamado ‘A Bordadeira’, en el que poder disfrutar de sus desayunos frescos enmarcados bajo el concepto B-LikEat: un bufé orgánico de alimentos de temporada y proximidad que despliega frutas tropicales, embutidos autóctonos, pastelería o productos típicos como sus galletas de miel ‘broas de Madeira’.
El arte del bordado
La reinvención del tradicional bordado de Madeira se convierte en uno de los grandes retos para las ‘bordadeiras’ contemporáneas. El bordado, que se entreteje en las paredes del hotel para inmortalizarse como uno de sus signos identitarios, también se ensalza desde una de las fábricas más reconocidas de bordados de la isla: Bordal, que, habiéndose fundado en 1962, continúa a día de hoy siendo el principal fabricante y exportador de los famosos bordados de Madeira.
En su sede, situada muy cerquita del hotel, el turista o local tiene la opción de agendar una visita a su ‘ruta histórica del bordado de Madeira’ que traza las distintas etapas de la producción del bordado de Madeira. Allí puede presenciarse todo el proceso de elaboración de la artesanía en directo.
De manera paralela, la actualización del bordado tradicional se presenta como un concepto que la firma portuguesa BEHÉN ha subido al estrado de la alta moda. Su directora creativa, Joana Duarte, ha logrado conectar así el arte del bordado con las nuevas generaciones a través de sus proyectos y diseños de upcycling con los que aborda las nuevas dinámicas que se le exigen al negocio indumentario.
En base a esa conexión identitaria con el bordado, BEHÉN se unió a Barceló Funchal Oldtown para crear una colección cápsula consistente en unos shopping bags fabricados con antiguos tejidos provenientes de edrodones antiguos rescatados de mercados de Portugal. Ésta se encuentra disponible en una pop up permanente dentro del hotel a disposición de los huéspedes y clientes.
Guía Madeira: los imprescindibles
Más allá de vivir todas las experiencias hedonistas que presenta el hotel, uno de los productos típicos madeirenses que debes probar es, sin duda, la poncha: una bebida que diluye aguardiente de caña, melaza, azúcar de caña y zumo de limón.
En cuanto a las actividades destacadas que presenta Madeira, rodeada de un pasaje natural de selvas y acantilados, está la subida en teleférico de Funchal, en la que poder apreciar desde el cielo una panorámica de toda la ‘ciudad jardín’ y de esa simbiosis entre el medio rural y la ciudad a través de sus casas, huertos, jardines, y de la bahía que lo rodea.
Desde lo más alto de la colina de Funchal, otra de las visitas obligadas es la del Jardín Tropical Monte Palace de Madeira, un enclave en el que evadirse entre su naturaleza exótica y descubrir la arquitectura, el arte y la flora de la isla fusionada con elementos de inspiración oriental. Además, este jardín botánico cuenta con una colección de azulejos y una gran cantidad de fauna con majestuosos cisnes, pavos reales o peces koi asiáticos.
A escasos metros de ese paraje, se puede disfrutar asimismo de una experiencia única: los Carreiros do Monte. Otra de las tradiciones de la isla que continúa latiendo a día de hoy, con la que deslizarse por cuestas muy inclinadas de manera frenética montada en unos carros de cesto impulsados por los ‘carreiros’. Esos personajes históricos que utilizaban desde 1849 los carros para transportar alimentos y otros objetos de manera rápida a Funchal acabaron convirtiéndose en una de las grandes atracciones de Madeira.
Descendiendo de las alturas a otro plano más terrenal, el Mercado de Lavradores se convierte en otro de los puntos turísticos clave para los amantes de la gastronomía. Un proyecto de Edmundo Tavares que sorprende por su eclecticismo, azulejos y dos plantas en las que encontrar todos los productos típicos de madeira, charcutería, pescado, frutas y vegetales con todos los sabores y colores de Madeira.
La guinda experiencial de este viaje la sirve GAZEBO, uno de los auténticos place to be culinarios de la isla. Se trata del restaurante de moda de la isla que empezaría organizando cenas clandestinas para amigos desde una evocadora casa decorada de manera minimalista.
En la casa de GAZEBO Experience, situada en el centro de Funchal, tienen árboles frutales, verduras, hierbas, flores comestibles e incluso plantas de café que trasladan a sus platos. Del huerto a la mesa. Una filosofía eco-sostenible con la que su chef Felipe Janeiro materializa un menú degustación de temporada de 6 a 9 platos que rinde homenaje a los productos regionales.