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En el mundo del marketing lograr un buen nombre para definir el producto es muy complicado. A veces es cuestión de suerte, otras de puro ingenio. Y lo cierto es que los nombres de muchas de las marcas famosas que se encuentran en nuestro día a día vienen por una originalidad que para muchos es desconocida.
En este caso, repasamos las marcas de comida que consiguieron idear sus nombres de la forma más original posible, obviando las entidades que llevan el nombre, apellido o mote de su creador, como sucede, por ejemplo, con Danone, que procede del nombre del hijo del fundador de la empresa, Isaac Carasso, a quien bautizó a su primogénito con el nombre de Daniel, pero que de vez en cuando le llamaban Danon.
Pepsi, un remedio contra el dolor de barriga
El eterno rival de Coca-Cola. ¿Quién no se ha tomado alguna vez una Pepsi en su vida? Incluso cuando pusieron a jugar a varias estrellas del fútbol juntas en uno de los anuncios más míticos de los 2000. Pues lo cierto es que el nombre de Pepsi proviene precisamente de la enfermedad que motivó a Caleb D. Bradham a crear un remedio contra esta dolencia: la dispepsia.
Comúnmente conocida como indigestión, la dispepsia motivó a este farmacéutico estadounidense a crear este remedio casero elaborado a base de nueces de cola, azúcar, agua, caramelo, aceite de limón, nuez moscada y otros aditivos. Pero al principio no se llamó Pepsi. El día que nació este refresco tan popular, Bradham lo bautizó como «Brad’s Drink», pero como no tenía ningún gancho comercial, compró los derechos de una bebida que se llamaba «Pep Kola» y lo rebautizó como Pepsi Cola.
Esta historia se recoge en un libro llamado The Encyclopedia of Pepsi-Cola Collectibles, en el que se explica que Bradham buscaba un nombre más holístico. Además, en este libro también se explica que la Pepsi nunca llevaba pepsina, algo que creó una leyenda urbana sobre el nombre de esta bebida.
Starbucks y Moby Dick, una extraña relación
¿Qué tendrán que ver los famosos cafés de Starbucks con el clásico cuento de Moby Dick? Pues bastante. Para los que sean fanáticos de esta célebre obra del autor estadounidense Herman Melville, sabrán localizar el nombre de Starbucks en la historia de la gran ballena. Y es que el primer oficial a bordo del famoso barco que aparece en el libro se llama Frank Starbuck.
Los fundadores de la empresa de cafés, Gordon Bowker, Zev Siegl y Jerry Baldwin, eran unos auténticos fanáticos de Moby Dick. Cuando en 1971 lanzaron Starbucks, decidieron que el nombre debía de tener una relación la obra de Melville. Primero pensaron en llamarlo como el propio barco, Pequod, pero Starbucks finalmente tenía más gancho y resultaba más elegante.
Häagen-Dazs y el curioso significado de su nombre
Cuando hablas de tomar un helado, es probable que se te venga rápidamente una marca de helados en concreto con un nombre difícil de pronunciar y de escribir: Häagen-Dazs. Los increíbles sabores de estos refrescantes dulces se encuentran en todos los sitios, hasta en los propios turrones de Dabiz Muñoz. Pero lo curioso de esta empresa que podría parecer europea por su nombre, pero que realmente es de origen estadounidense, no es el secreto de sus sabores.
Sus fundadores, Reuben y Rose Mattus, eran unos inmigrantes polacos que huyeron de la persecución nazi en la II Guerra Mundial. Se llevaron consigo todos sus recuerdos de su país, pero también el secreto de sus famosos helados. Pero, como no querían comercializarlo con un nombre americano sin gancho ninguno, decidieron bautizar su heladería con algo más ‘europeo’.
En una conversación que tuvo Reuben con su mujer Rose, mientras encontraban la manera de bautizar a su empresa, a Rose se le encendió la bombilla y dijo: «Ya está. Lo llamaremos Häagen-Dazs». A lo que su marido preguntó: «¿Y eso qué significa?». Pues, para sorpresa de muchos, incluido del propio Reuben, no significa absolutamente nada, pero para Rose «sonaba a europeo».
Gatorade y el touchdown que logró impulsar la hidratación en el deporte
El desarrollo de la hidratación deportiva comenzó en las 100 yardas del estadio Ben Hill Griffin Stadium, el hogar o, como ellos lo llaman, el pantano de los Florida Gators. Los jugadores de este equipo de fútbol americano universitario tenían problemas de rendimiento físico. Por ello, el equipo contactó con uno de los profesores de la Universidad de Florida, el doctor James Robert Cade, para que encontrará una solución médica.
Sus primeras inspecciones determinaban que los jugadores sudaban demasiado por las altas temperaturas y el esfuerzo físico que conllevaban los placajes y defensas. Ni siquiera los jugadores eran capaces de orinar después de los partidos. Por ello, decidió idear una bebida que no sólo hidratara, sino que también aportara sales y esencias perfectas para el rendimiento físico.
Pero como la bebida no tenía un sabor agradable, los jugadores apenas la bebían. Por ello, la doctora Dana L. Shires propuso añadir zumo de limón para que tuviera un gusto un poco más agradable. A partir de ahí, la bebida se volvió famosa en todo el país y Stokely-Van Camp, Inc. propuso comercializarla con el nombre de Gatorade, en honor al equipo de futbol universitario.
Chupa Chups y la cuña publicitaria que rebautizó a la famosa chuchería
Enric Bernat, además de haber sido un reconocido empresario, también fue nieto del confitero Josep Bernat. Su pasión por los dulces de su familia lo llevó en 1950 a continuar con el negocio familiar y en 1958 creó una de las chucherías más icónicas de la infancia de muchas personas: el Chupa Chups. Aunque como pasó con Pepsi, este caramelo atado a un palo no nació con este nombre.
Primero tuvo el nombre de Gol, por su forma redonda y la pasión que había por el fútbol en ese momento. Después, en 1959 pasó a denominarse Chups. Pero fue gracias a una cuña publicitaria en el que decía «Chupa, chupa. Chupa un Chups», cuando pasó a denominarse de la forma en que se llama ahora. Todo porque la gente pensaba que el dulce se llamaba «Chupa Chups».