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Un nuevo informe publicado en la revista Nature Plants sugiere una nueva víctima del cambio climático: la cerveza.
Si necesitábamos otra razón más para concienciarnos sobre el cambio climático, aquí la tenemos. Y es que, la producción de la cerveza está siendo acechada por el aumento incesante de la temperatura global y sus posibles consecuencias apocalípticas. En concreto el lúpulo y/o esas flores amargas que proporcionan el sabor y el aroma de la cerveza.
Éste se cultiva principalmente en las localidades de Alemania, la República Checa, Nueva Zelanda y la región del noroeste del Pacífico de EE.UU; lugares en los que el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones se ha evidenciado empíricamente durante los últimos años.
Todo ello no sólo reduce la producción de lúpulo a un 35%, si no que altera su sabor, con niveles más bajos de ácidos amargos en el lúpulo. Ese amargor que hace que la cerveza ‘sepa a cerveza’ parece diluirse, llevando a que los productores tengan que incrementar el uso de lúpulo, así como su precio de venta.
Posibles soluciones
Los expertos han presentado una serie de alternativas y/o formas de mantener la producción de lúpulo, como la FOR HOPS, que desarrolló sensores específicos para el lúpulo que pueden mantener al día a los agricultores sobre las condiciones del suelo.
Del mismo modo, otros han experimentado con el cultivo de nuevas variedades de lúpulo más resistentes al cambio climático, así como con la cultivación en regiones más frías en las que reducir el riesgo de temperaturas extremadamente altas.