Tras unos meses en los que Pablo Iglesias no se ha dejado ver el pelo (de la coleta ya ni hablamos…), el ex vicepresidente del Gobierno ha retomado su actividad profesional y ha vuelto con fuerza a colocarse en el foco mediático. A su colaboración como tertuliano en las emisoras de radio RAC1 y Cadena Ser, habría que sumar –según informa Onda Cero– su nuevo cargo en el consejo de redacción de Ctxt (medio en el que ya publica columnas de opinión) y su función de «analista del discurso político en redes sociales» en un proyecto adscrito la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), el Internet Interdisciplinary Institute. Aunque parece, por tanto, que vamos a tener al ex líder de Podemos hasta en la sopa, si alguien se queda con ganas de verle puede pasarse por El Caral, el restaurante peruano que frecuenta Pablo Iglesias en Madrid, según informa El Mundo.
De hecho, según el citado periódico, en el reservado de El Caral el ex vixepresidente del Gobierno se ha reunido con diferentes personalidades, incluyendo al magnate de los medios de comunicación Jaume Roures, presidente y fundador de Mediapro, con el que –según algunos medios como Voz Pópuli– Pablo Iglesias estaría negociando su participación en «un formato audiovisual de investigación y contenido social». A partir de este martes, debido a estos trabajos, Iglesias dejará de cobrar su pensión pública mensual de 5.316 euros (ni falta que le hace si atendemos a la boyante actividad profesional que se avecina).
Ceviches y reservados
Según El Mundo, El Caral, el restaurante peruano que frecuenta Pablo Iglesias, ubicado en el distrito madrileño de Retiro, es revisado hasta por seis escoltas antes de que él se siente a sus mesas. Además, cuenta con un reservado que «tiene una mesa montada, lista para recibir comensales. Hay una luz apropiada para que cada rostro tenga las sombras duras, se marquen pómulos, narices, bocas…». Y aquí, precisamente, es donde Iglesias se ha reunido con Roures y otras personalidades en las últimas semanas.
En cuanto a la propuesta gastronómica de El Caral, el mismo diario destaca que es «un lugar de ceviches y causas. De lomos salteados y tiraditos. Macerados con cervezas y pisco souers». No pinta nada mal. Al igual que los negocios que allí se cierran.