Más de uno se queda boquiabierto cuando escucha a la chef marroquí dialogar en euskera sin dificultad alguna. Aunque sus raíces proceden de Marruecos, ella se crió en Orio (Guipúzcoa), en un barrio donde nadie hablaba español,.“Soy euskalduna. Eso no me lo pueden quitar. Pero más que eso, soy ciudadana del mundo”, explica. Los idiomas no han sido un reto para Najat Kaanache, habla siete. En realidad, pocos retos parecen ser impedimento para ella, que ha demostrado conseguir todo lo que se propone.
Referente en los fogones
Quería ser la mejor y lo ha logrado, es la cocinera más laureada en África. Regenta un restaurante de comida callejera marroquí en Ciudad de México, Cús, y seis locales en Fez. Nur es uno de ellos y ha sido nombrado Mejor Restaurante de África y Mejor Restaurante Marroquí del Mundo. Ahora acaba de publicar su primer libro, Najat, editado por Planeta Gastro, cuyas páginas permiten descubrir la magia de Marruecos a través de sus recetas y fascinantes relatos y que comienza con un potente mensaje: “Aprovecha la fuerza de la comida para unir a las personas”.
Su perseverancia la llevó hasta las cocinas de Alinea de Chicago, Noma en Copenhague o elBulli. También ha pasado por el teatro y la televisión. “Me ha servido para saber hacer lo que hago, que es cocinar. La cocina es un modo de arte para crear paz”, afirma la chef.
También asegura que se siente tremendamente afortunada y agradecida a toda esa gente que le tendió la mano y quiere seguir predicando con el ejemplo. Prueba de ello es su equipo, en gran parte niños en riesgo de exclusión social, con problemas familiares y económicos, a los que abrió la puerta de su restaurante porque “su entorno no hace que su alma sea peor y a través de la cocina pueden sentirse champions, como les digo yo. Compartimos la sabiduría”. Un equipo del que Kanaache lo único que espera es “paz, mucho amor y que no haya egos”.
Sabores de la infancia
Mientras que la mayoría de sus compañeros se llevaba bocadillos de Nutella a la escuela, ella se los llevaba de lentejas. Desde pequeña vivió bajo la filosofía del kilómetro 0, muchos de los alimentos que se servían a su mesa se recogían de su huerto. “Crecí pensando que era pobre y ahora me he dado cuenta de que éramos ricos”. Cada verano pasaba tres meses en Marruecos con su familia, “en casa de mis abuelos, cuando quería comer un huevo, tenía que esperar a que lo pusiera la gallina”. Y aunque en su familia la formaron para alimentar a su marido y sus hijos, en sus planes no entraba ser ama de casa. “Yo ahora soy libre. Tienes que persistir, y buscar la libertad en una sociedad tan abrumadora es difícil porque todo el mundo tiene opinión”.
Todas esas vivencias fueron el germen de esos platos policromáticos que la caracterizan a juego con su ropa, auténticos tapices tejidos con los colores de la Medina de Fez. Platos que se nutren de ingredientes que la chef obtiene de pequeños productores con los que trabaja mano a mano. El limón, que protagoniza la portada de su libro y que “se lo cocinaría a los políticos, así les limpiaría por dentro”, la remolacha, el comino o el aceite son cuatro esenciales que no faltan en su despensa. No existe piedra en el camino para Najat. A pesar de que Nur lleve un año cerrado por la crisis, sigue dando rienda suelta a su creatividad con nuevos proyectos y con la publicación de un segundo libro.