A pesar de su nombre artístico, Anni B Sweet (Málaga, 1987) confiesa que no es ni excesivamente dulce ni tampoco muy de dulce. «Me gustaba hace muchos años pero hoy en día prefiero lo salado. Muy pocas veces tomo postre, a veces prefiero repetir más de un segundo plato», explica. Y en cuanto a si tiene que ver con su carácter, aclara que lo de ‘Be Sweet’ en su momento se lo puso una amiga «por aquello de que debía serlo más; es una frase imperativa: ‘Sé Dulce’. Actualmente pienso que tengo de ambas cosas. Según el día y la situación, como todo el mundo, puedo serlo más o tener más mala leche. Hay veces que se confunde la buena educación con la dulzura».
Toda una foodie
De lo que sí se considera fan incondicional es de la comida en general. «Es de mis mayores placeres, disfruto mucho comiendo y me encanta probar nuevas recetas. Podría decir que está al mismo nivel que mi amor por la música. Me flipa comer y un mal día me lo puede arreglar un buen almuerzo o una buena cena», asegura Anni B Sweet.
Tanto le gusta, que cuando se le pregunta qué plato se merecería una canción, ella asegura que sería incapaz de elegir y que le daría para un álbum doble. «Por ejemplo el bizcocho de mi padre, los boquerones en vinagre de mi madre, los huevos con patata de Noni [su pareja, cantante del grupo Lori Meyers], un sashimi de un buen restaurante japonés, una buena tapa del Palo Cortao de Granada…».
Tampoco le hace ascos a cocinar, aunque reconoce que las giras no se lo permiten tanto como le gustaría. «Lo suele hacer Noni, que cocina increíble. Cuando lo hago yo, mis especialidades son el gazpacho y las lentejas, me salen muy bien», reconoce Anni B Sweet.
Recetas musicales
Para lo que sí lleva más de una década sacando tiempo es para ‘cocinar’ canciones y discos (cuatro en total). Y además siempre lo hace «a fuego muy muy lento. Cuando ha salido algún tema rápido ha sido más bien la idea, pero a la hora de grabar y de pensar en los ingredientes, los arreglos, hace falta dedicarle su tiempo y meditarlo bien hasta escuchar en tu cabeza cómo quieres que suene esa canción». Y la receta que sigue para ello es «echar muchas horas leyendo, escribiendo, experimentando con nuevos instrumentos, tener paciencia cuando el cuerpo no tiene ganas de expresarse e intentar escucharse mucho a uno mismo, esa voz interior que nos cuenta a veces cosas muy inspiradoras».
Para preparar su último álbum, Universo por estrenar (Subterfuge), se fue a Londres, se puso en manos del productor James Bagshaw (de Temples), y el resultado es un hermoso y estimulante disco donde ha cambiado su inglés habitual por el castellano en unas letras que son mecidas por sonidos electrónicos y psicodélicos que se alejan en buena medida de lo que nos tenía acostumbrados.
Hambre por descubrir
Parece que son muchos los universos que ha estrenado Anni con este disco: «Me he dado cuenta de que salirme de mi zona de confort me ayuda a refrescar la ilusión por las cosas, a tener nuevos retos. También he descubierto una nueva forma de escribir, nuevas fuentes de inspiración basadas en clásicos literarios en castellano y que al cantar en español se puede jugar con la voz de una forma muy diferente que cuando lo hacía en inglés. También me he descubierto como persona de una manera muy diferente a hace unos años, con nuevas formas de pensar que traen nuevas historias. Esto es muy emocionante».
Y a parte de estos grandes hallazgos existenciales, también ha habido otros más mundanos: «He probado una mezcla que me encanta, muy sencilla pero muy rica: bacalao seco con habas crudas, me lo pusieron en Granada de tapa acompañado de una cerveza y me supo a gloria». Desde luego apetito no le falta. «Tengo hambre de saber, de fantasía, de imaginación, de paz, de libertad… y de comida bien rica».
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