Opinión Salvador Sostres

Albert Adrià, segundo chef del mundo. Anatomía de un insulto

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Foto: Laia Benavides.

Albert Adrià ha sido reconocido como el segundo mejor cocinero del mundo. Éste es el titular que todo el mundo celebra menos yo. No hay que entender mucho de cocina ni de literatura para saber que no es un reconocimiento sino un insulto. El elegido como primer cocinero ha sido Rasmus Munk, del restaurante Alchemist, en Copenhague.

Es un insulto grave, que nos concierne, y del que Albert Adrià y su hermano Ferran son en parte culpables. Juntos acudieron al restaurante danés a cocinar con el tal Munk y prestigiaron el circo mezclado con una cocina vacía y oportunista que es todo lo contrario de lo que hicieron en El Bulli tanto en los platos como en la filosofía que los inspiró. Es una humillación a lo que El Bulli fue y a lo que hoy es Enigma que un restaurante como Alchemist tenga algún tipo de preponderancia en la alta cocina. Podría tenerla en el alto circo, pero no en una disciplina que los hermanos Adrià elevaron a artística.

No es tratar de una manera adecuada el legado de El Bulli patrocinar a un restaurante que se basa en proyectar imágenes en las pantallas y hacer platos obvios como un ojo que te mira sin nada sustancial dentro.

El mérito de El Bulli fue ser siempre esencial. Nunca hubo nada gratuito, nada que no tuviera un sentido profundo, poético y que estuviera justificado por el arte y por el talento. Nunca se hizo ninguna concesión al espectáculo barato, ni a la filigrana estéril. Como pueden imaginar las tentaciones fueron enormes porque era todo tan revolucionario que costaba distinguir lo que era no alejarse nunca del alba primera de las cosas del juego por el juego que tan divertido -y fatuo- podía resultar de aquella creatividad y descubrimiento. Pero Ferran fue implacable. ni una sola concesión. Fueron los años más creativamente significativos de España desde la Generación del 27. Ferran Adrià fue el artista vivo más importante de su época.

Alchemist significa todo lo contrario y es preocupante que se asocie a la cocina que hace Albert Adrià en Enigma, la más importante y creativa que se hace hoy en el mundo. Es grave que se haga y es todavía más grave que los hermanos Adrià lo hayan permitido. Tanto Albert como Ferran han de entender que no tienen derecho a administrar el legado de El Bulli sino el deber de hacerlo; y participar de la comedia de Alchemist no es un modo aceptable de llevar a cabo esta misión.

Y no es una cuestión de vanidad ni de la carrera por ver quién llega antes. Es una cuestión de terreno de juego. Es una cuestión de definir qué es creatividad y que es artificio banal para ganar dinero y fama en nombre de la creatividad. Ferran y Albert Adrià hicieron platos sensacionales, pero lo que sobre todo aportaron a la historia de la humanidad, lo que sobre todo significaron para el progreso humano, por supuesto cultural, pero no solamente, fue desafiar a la naturaleza con aceitunas que eran mejores que las del árbol.

Mucho antes de que surgiera el retórico debate sobre el cambio climático, Ferran Adrià superó con inteligencia y talento a la mismísima creación divina. Cogió la tradición y la hizo explotar con su visión, no sólo de la cocina sino del mundo. Fue la ruptura con lo clásico más importante desde el cubismo. No fue un circo. No fue un chico pobre del L’Hospitalet jugando a cocinitas. Fue uno de los artistas más importantes de la Historia y esto no se puede poner junto a afectaditos daneses que te dan una alguita y dicen es creativa porque el restaurante está a oscuras y en una de las paredes te ponen un vídeo sobre una tortuguita que se ha comido un trocito de plástico e intentan concienciar sobre los peligros de vete saber qué chorradas que no pueden interesarnos menos, en general, pero sobre todo cuando estamos hablando de arte.

El Bulli hace años que cerró pero todos continuamos dependiendo de El Bulli. En todos los aspectos de la vida creativa mundial, El Bulli es fundamental entre otras cosas porque ni su revolución y ni su lenguaje han sido superados ni en cocina ni en ninguna otra disciplina artística. Embarradas como la de aparecer junto a Alchemist ¡y hasta por debajo! banalizan lo que tendría que ser sagrado.