No te lo vas a creer, pero un estudio asegura (verdad de la buena) que sucumbir a la bollería industrial, también llamada grasas trans, no es tan malo como nos han pintado desde que estos dulces empezaron a estar tan buenos. Como tampoco te vas a creer que el mismo estudio habla de algún que otro beneficio al consumir estas grasas siempre y cuando sepamos cómo hacerlo.
La culpa de que ahora estés pensando en comerte una napolitana de chocolate sin tener que hacerte el harakiri después para redimir tus pecados la tiene el estudio publicado en la revista European Heart Journal. Un revelador estudio que asegura que comer grasas trans no perjudica tanto a la salud y puede aportar beneficios.
¿Dónde está la trampa? Efectivamente, la hay. Y la trampa está en la coletilla pero. La bollería industrial es buena pero siempre que la elaboremos nosotros mismos con productos naturales, a base de lácteos.
Algunos de las grasas trans que podemos consumir con una elaboración artesanal son:
A veces las grasas trans no son tan malas
Si en los ingredientes sustituimos los más pesados por la mayor cantidad de lácteos posibles, que no te quiten el croissant.
A veces las grasas trans no son tan malas
El bizcocho es esa clase de dulce que podemos elaborar artesanalmente cuidando a la perfección los ingredientes.
A veces las grasas trans no son tan malas
Las galletas entran dentro de esta permisión moderada de grasas trans si las convertimos en integrales y de baja colorías si cambiamos ingredientes.
A veces las grasas trans no son tan malas
Hasta los donuts están permitidos si, una vez más, incorporamos la mayor cantidad de lácteos posibles.
A veces las grasas trans no son tan malas
La tarta de queso ve su oportunidad porque sólo necesitamos una generosa ración de lácteos.