Ubicado en el Callejón de Puigcerdá, en un antiguo local propiedad de los March, Casa Isabella cuenta con un espacio dividido en salón, cocina, comedor, habitación y terraza; las estancias propias de una casa. El proyecto de interiorismo ha sido realizado por el estudio Dalla Polvere, encargado también del resto de locales del grupo. Decorado con papeles de pared de William Morris, chimenea de mármol, moquetas de flores y un mobiliario que te transporta a Italia en los años 80; todo casa en esta casa…
Tras la terraza a pie de calle (con aspersores), se encuentra un pequeño salón, en el que se siente una cálida bienvenida. En el primer piso, el alma de la casa, la cocina-comedor. Tiene baldosas rojas y blancas, lámparas italianas de nácar, encimera, cubertería… Todo cuidado hasta el más mínimo detalle. La planta superior aloja lo que sería el dormitorio y el baño, mesas rodeadas de camas con dosel y una terraza con coloridas baldosas hidráulicas.
Sobre la mesa
La carta está protagonizada por recetas familiares italianas y productos mediterráneos que buscan transportarnos a la infancia de su fundadora, Isabella Heseltine, con aromas que sedujeron a su olfato de niña como la albahaca, el romero o la trufa e ingredientes siempre presentes en la cocina de su madre. Además, la nómina de platillos se complementa con una selección de vinos italianos, españoles y también franceses, combinando clásicos con jóvenes promesas. No se hable más, ¡a la mesa!
Comenzamos nuestra experiencia italo-española con algo para picar y una copa de vino blanco de la casa (Isabellas, of course). Optamos por las croquetas de rabo de toro y pecorino trufado, cremosas, sabrosas y originales; y el mini steak tartar con foie, “¡fua, qué rico estaba!”
Seguimos con su apartado de entrantes. Recomendables son la tortilla a la carbonara trufada, el tomate de L’Empordà, stracciatella, aceite y sal y la caponata siciliana.
Como segundo, podrás degustar gran variedad platos de pasta, carnes o pescado. Te aconsejaría sin dudarlo los fetuccini trufados con crema de parmesano (la pasta al dente, salsa cremosa y contundente), perfectos para compartir. Otras buenas opciones son los espaguetis con centollo o la tagliata de solomillo al romero con parmesano (un clásico de este grupo).
De postre, probamos su tarta de choco Jungly y le añadimos una bola de helado de vainilla, la combinación perfecta. No siendo fan del chocolate intenso, la tarta estaba de escándalo. Es una mezcla entre cheesecake y tarta Sacher: cremosa, dulce y distinta a las que estamos acostumbrados.
Nos quedó pendiente probar la tarta de queso. Como puede ocurrir en cualquier cocina casera, las horas de reposo son sagradas y en ese momento no estaba lista para ser degustada.
En resumen, Casa Isabella revive la experiencia de comer en casa de una amiga. El ambiente acogedor invita al disfrute y la gastronomía a la altura de lo que prometen. El servicio es cercano y, como era de esperar, hospitalario. Con tales anfitriones salimos con ganas de volver: “¡Hogar dulce hogar! Grazie e a presto Casa Isabella”.