Estómagos satisfechos, cuerpo relajado, agradable conversación. De fondo, los compañeros del calor: ventiladores, abejas trabajando y, quizás, cigarras. Puede ser que se escuchen las olas del mar, a los niños en bicicleta o simplemente el silencio. He aquí el dulce momento de la sobremesa. Sobre el tablero, una botella de Ruavieja bien fría, pero de Cremosa Light, una alternativa infalible con la que hacerle frente al calor y a todas las horas que quedan por delante. Crema de leche, aguardiente de orujo, café y cacao, y el paraíso se hizo mezcla.
Una bebida creada para valorar lo importante
Esta estampa costumbrista, disponible en cualquier rincón del país, es la que Ruavieja celebra con su bebida cremosa. Un 60% menos de azúcar –y, por tanto, 30% menos de calorías– que acompaña a aquellos que quieren cuidarse, pero sin perder, ni por un momento, ese sabor característico de la crema de orujo Ruavieja. Porque esta botella que se coloca sobre la mesa es el vehículo perfecto para crear relaciones de calidad y dedicarle tiempo a lo importante. Lo esencial es verse, rodearse de la gente querida y no dejar de hacerlo. “Tenemos que vernos mejor” es la idea y el lema que hace suyo Ruavieja. Pocas cosas en la vida dejan mejor sabor de boca.
La marca, creada hace más de 130 años por los Rodríguez Ovalle, no deja de apostar por la innovación en la categoría de cremas; primero fue la Crema de Arroz lanzada en julio del 2021 y, cuatro meses más tarde, la Cremosa Light. Y es que siempre hay caminos que llevan a reforzar los orígenes gallegos de Ruavieja, esos orígenes que firma una familia de viticultores con una vida dedicada a la elaboración de licores y aguardientes de primera calidad procedentes de los mejores orujos gallegos. Y entonces, con la sobremesa de hoy, pero sintiendo las profundas raíces, las distancias se acortan.