Las dos empiezan por ‘R’, mi apellido también. Y no contentas con eso, las palabras ‘restaurante’ y ‘revista’, después de la ‘R’, llevan una ‘E’, de esperanza, claro. El homínido que sueña un restaurante, o abre una revista, o pinta su plan de negocio de color esperanza
o mejor que estudie una ingeniería. ¿En qué se parecen un restaurante y una revista? En tantas cosas… Son dos negocios sabrosos.
En los dos hay un jefe, en la cocina el Chef y en la revista el Editor in Chief
(el director). Los dos tienen los mismos galones. La cocina es la redacción; para cocinillas y plumillas, su hogar. Para muchos, desquiciados ante el vaivén
de emociones que bullen en los fogones y los reportajes, un hogar que calienta más que la familia. En la redacción, los reportajes que preparamos para tener en reserva se meten ‘en la nevera’, y cuando se nos muere un famoso es un ‘fiambre’. Hay veces que la biografía del que va a ser ‘fiambre’ pronto la tenemos en la ‘nevera’.
Para que funcionen el restaurante y la revista mejor que el cliente repita. Si el comensal no te recomienda, o si el lector te lleva al contenedor de reciclaje, ve llamando a tu banco.Doblar mesas es lo mismo que incluir publicidad de más, es abusar. Cada uno tiene su escandallo y como te gastes más en hacer la revista que en lo que vas a facturar entre venta de ejemplares y publicidad, ojo con el fin de mes.
En los dos hay que saber gestionar uno de los ingredientes mas delicados: la vanidad. Hay otros: el alcohol cuando se acabaeldía,lasjornadasmaratonianas, la adulación constante: “Qué buen número, qué rico estaba todo”, y la vida personal que siempre, siempre, se ve afectada por el oficio (he escrito oficio, no profesión) que te agarra de las tripas (sí, los que hacemos revistas usamos las tripas para redactar).
A mí me gusta editar revistas que dé pena tirarlas, y si fuese dueño de un restaurante querría que la cuenta o el menú lo guardaras entre tus libros favoritos (por ejemplo Rayuela, del larguirucho Julio Cortázar).
Elegir bien las fotos se parece al emplatado. Y lo mismo que hay periodistas a los que no se les entiende cuando escriben, hay camareros que explican los platos y vuelven loco al comensal. Por eso los Jefes de Sala y los Redactores Jefes suelen irse a comer juntos cuando salen de currar, para criticar al Chef y al Editor, que también beben juntos, pero en otro bar. Los Sumilleres se beben al cerrar los restos de los grandes vinos que han servido y los periodistas el agua de los floreros.
Si sueñas con abrir un restaurante o parir una revista (atentos al verbo que dice mucho de cómo se sufre), ni lo dudes. Hazlo. Ya sabes que los sueños que se quedan por intentar se indigestan. Aquí me tienes para ayudarte o ir a comer.