Opinión

¿Por qué ‘El sentido de la birra’ tiene sentido?

El viernes pasado estuve escuchando a Ricardo Moya dos horas, aunque pareció que era él quien me escuchaba contar mis aventuras a mí. Que te entreviste Moya puede hacerte pensar que estás en la pomada.
El sentido de la birra

“El Medi”, el bar Mediterráneo en Barcelona tiene la puerta entreabierta, pero todos los que pasan por delante saben que es por trabajo, que no son horas, que ahora no se bebe, que ahora nadie va a soltar un monólogo y tu partirte la caja.
El bar de Juanjo (Balmes 129) tiene un escenario al fondo y huele a lo que huelen los baretos cuando no hay gente. El Medi apesta. ¿Por qué los bares apestan cuando no hay nadie y perfuman cuando están llenos? “Me encanta como huele El Medi siempre… siempre huele a que hace cinco minutos había aquí cien personas”, el que habla es Berto Romero (47), humorista, gafotas, en El Sentido de la Birra (131.000 suscripciones), el video podcast que Ricardo Moya ha convertido en el “place to be”.

La entrevista con Berto, en El Medi, es la más vista de las 242 que ha grabado hasta ahora. Faltan poco más de 11.000 visualizaciones para que sea vista dos millones de veces. Todo un share. Tras Berto, Ernesto Sevilla, Miguel Maldonado y Quique San Francisco… Los humoristas son los que más audiencia generan. El universo de El Terrat también. Los canales tradicionales han sido pulverizados. ¿El secreto? Ricardo Moya, fan de Reincidentes, tiene el don de escuchar. “He tenido parejas que eran de hablar, así que adaptarse o morir”, le contó a Buenafuente en La Sexta después de que Andreu fuese a El Medi.

La charla más larga es la de Carlos Areces (45), 3 horas y 15 minutos, la calma de la conversación frente a la prisa del titular que promete lo que no ofrece. En la pared, frente a la barra, un cartel de Eugenio, Eugeni Jofra Bafalluy, el maestro, con la boca tapada por una mascarilla de la azul cielo Barceloneta, parece ser el único que ha escuchado a todos los monologuistas, a todos los entrevistados, a Moya hablar de los entrevistados cuando las vanidades se esfuman. Se me ocurre que las tomas falsas de El Sentido de La Birra podrían llamarse Vasos vacíos, como el himno de Los Fabulosos Cadillacs: “Siempre habrá vasos vacíos/Con agua de la ciudad/La nuestra es agua de río/Mezclada con mar”.

El viernes pasado estuve escuchándole dos horas aunque pareció que era Moya el que me escuchaba contar mis aventuras a mí. Que te entreviste Moya puede hacerte pensar que estás en la pomada. Cuando regresas a la calle Balmes sabes que no, que la pomada es un ungüento que se vende solo en las farmacias.
El plató es la esquina de la barra del Medi, un portátil entre las piletas de lavar las birras, dos micros Sure para podcast, un par de cascos, y varios colaboradores de producción, entre ellos Helena, la asistente que te rellena la cerveza (1906) si quieres beber más. Antes de empezar: “¿Quieres mear?”, pregunta Ricardo, “lo digo porque aquí se trata de hablar, lo que dure. Si a mí me entra ganas, con la cerveza, paro y ya está”. “He venido meado”, contesto.

Hoy debuta el ilustrador Pedro Strukelj (@pedro _strukelj) que nos retrata como cuando al Chapo Guzman lo juzgaron en Brooklyn. Las entrevistas dibujadas pasan de tres dimensiones a dos y parecen distintas.

Sirven las cañas, la mía en jarrita con logo. “¿Sabes cómo va esto no?”, me pregunta Moya tan afable que uno se relaja antes del primer sorbo. “Los invitados tenéis el derecho a editar la entrevista antes de que emitamos. Os mandamos un audio y déjala como te parezca”. He estado en esta posición miles de veces, incluso en una posición peor, en la que el entrevistado es quien te pide o en ocasiones te exige, en otras es su director de comunicación, que quiere ver la entrevista antes de que se publique. No hay peor forma de caer a un entrevistador que pedirle control sobre el resultado. ¡Si tienes miedo de lo que vas a decir pues no lo sueltes coño!, pensamos todos. Que Moya me lo ofrezca me parece una bandera blanca. No la necesitaba porque he estado muchas veces al otro lado y no dejo de preguntarme lo que él solo sabe: ¿quiénes, el qué y el por qué de lo que fue borrado y nunca se emitió? La inseguridad es el condimento que mejor sazona la vanidad y Moya hace miles de birras que lo sabe.

Desde hace no mucho Javier Celaya, al frente de Podimo, la primera plataforma cerrada de podcast en España fundada por cinco emprendedores daneses, ha conseguido que El Sentido de la Birra le entregue en exclusiva la primera ventana, así que sus entrevistas si te corre prisa verlas tendrás que abonarte. Abonarse a Podimo compensa no solo por eso, están reinventando el formato. Suerte Javier.
Ricardo ha contado que la primera birra que le dio sentido al podcast se la bebió con unos colegas hace tres años, seguía mucho a Marc Maron (58) con What the fuck (el 10 de enero pasó por allí Javier Bardem) y The Joe Rogan Experience (54). Pero no es solo encontrar formatos a explorar tienes que saber escuchar, ser constante, ir a tu bola, elegir invitados que no te den audiencia. Ser tú mismo.

Me atrevo a sugerir a Ricardo, que cocinó paellas a domicilio y las vendía a diferentes precios según el barrio y que no se considera periodista, pero que fue publicista que le diga a Moya, que se considera músico y lo está petando, que prepare unos grandes éxitos para recopilar el día que Pablo Motos (56) le cuenta que en casa tiene una cámara hiperbárica para recuperarse del deporte y otras historias. Moya es hijo del odio a tocar la flauta en el cole, como tantos y tantos, se parte de risa cuando se acuerda que llegó con quince años a ser cantante suplente en una banda que se llamaba Steel Rose. Moya es un tipo que se busca a sí mismo.

“Salvar el mundo desde el bar”, ese es el lema, acaso puede haber mejor misión. Próximamente, el que esto escribe, temeroso, de ser el menos visto. Ya veremos.