Vaya por delante que Valeria Ros (Getxo, 1986) no es una vasca de manual. No te la vas a encontrar disfrutando de un besugo al horno en una sociedad gastronómica ni cocinando un domingo en casa. Para estos menesteres ya está su abuela, a la que un día decidió pedir prestado su apellido para ser artista y por la que siente auténtica devoción. Se define como mujer, cómica y milf, en este orden. Y es una de esas personas que ha aprovechado a base de bien el confinamiento, ya que supo que estaba embarazada horas después de que Pedro Sánchez anunciase el Estado de alarma. Todos los detalles sobre este embarazo pandémico te los cuenta en Mature, el espectáculo con el que está recorriendo el país.
Eres uno de los grandes rostros del stand up en la actualidad. Con 35 años, recién cumplidos, estás haciendo tele, radio y llenando teatros allí donde vas. Es para sentirse orgullosa.
Estoy orgullosa, sobre todo porque lo estoy pudiendo compaginar y porque tengo la gran suerte de poder delegar. Aunque también es cierto que ya no soy tan workaholic como antes, ahora procuro vivir al día y disfrutar de cosas que a lo mejor te pueden parecer una tontería, como aparecer, por fin, en la cabecera de Zapeando. Para mí es un gran logro que los responsables del programa hayan decidido dar este paso.
Y luego está tu hija Federica, protagonista sin saberlo de Mature, el espectáculo con el que llevas arrasando medio año y que te mantendrá ocupada hasta finales de 2021.
Todo empezó con un monólogo que hice sobre Federica antes de que hubiese nacido, cuando estaba embarazadísima. Se llama Matrioska y trata sobre mi embarazo pandémico. En ese momento me apeteció mucho hacerlo porque, además, había visto a la humorista Ali Wong haciendo stand up embarazada en Netflix y decidí hacer algo parecido a mi manera. Y lo de Mature comenzó una vez ya había sido madre; son una serie de reflexiones acerca de la maternidad y de cómo ha afectado a mi personalidad.
Cualquiera que te siga un poco la pista puede pensar que vas con tu hija a todas partes. En La lengua moderna ha tenido apariciones estelares, aunque también es verdad que su padrino es Quequé.
Es que este programa de radio llegó al mundo como si fuera un bebé. Quequé y yo no nos conocíamos y no teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo al principio. En este caso, cuando llevo a Federica al programa, no siento que la esté exponiendo. Aunque sí que es verdad que a veces pienso que en algún momento tengo que parar porque nunca se sabe cómo va a evolucionar mi carrera.
Dejamos aparcado el carrito para hablar de comedia y gastronomía, algo que precisamente sabe hacer como nadie otro vasco, Karlos Arguiñano. ¿Te ves haciendo algo así o estás más cerca de un MasterChef Celebrity?
Por supuesto que iría, si me llaman. Lo que pasa es que creo que todavía no soy tan celebrity… ¡Pero me encantan los concursos, son súper divertidos! En cuanto al tema de las recetas, yo creo que cocinar es un talento parecido a la vis cómica, lo tienes o no lo tienes. Y tengo bastante claro que yo no lo tengo, pero creo que si le prestara atención seguramente me encantaría. También te digo que hay muy pocas cosas con las que no me atrevería.
Me consta que en un momento de tu vida tuviste cierta afición a meter a gente en el congelador (bueno, más exactamente sus nombres escritos en trozos de papel) y de hecho estabas convencida de que era algo que daba resultado. ¿Lo sigues poniendo en práctica?
He sido muy supersticiosa, es algo que he visto siempre en mi casa. Pero ya no lo hago, hay demasiadas teorías a tener en cuenta a la hora de meter a alguien en el congelador. Pero es algo que siempre he visto en casa. Mi abuela, por ejemplo, siempre ha tenido búhos encima de las puertas. Y yo también hacía todo tipo de cosas, hasta que un día decidí trabajármelo para convencerme de que todo esto no tenía ninguna base científica.
Siempre te ha tirado mucho Italia y habrás conocido bien su gastronomía… ¿Alguna receta a la que tengas especial cariño?
Siempre que voy engordo como cinco kilos, ten en cuenta que a mí me gusta mucho el dulce y allí tienen cosas maravillosas como el helado o el tiramisú. Pero si tengo que quedarme con una receta sería orecchiette con cime di rapa, que consiste en una pasta con una verdura agria que creo que aquí no tenemos. Es un plato muy curioso porque la primera vez que lo tomas no llegas a saber si realmente te gusta o no, pero te acabas enganchando. La gente en el sur de Italia está obsesionada con esta receta.
Hablando de obsesiones, dices que ahora ya no tienes esa adicción al trabajo, pero estás involucrada en un montón de proyectos. ¿Te apetece explorar nuevos territorios?
Como artista siempre tienes ese miedo a desaparecer, ese rollo egocéntrico es algo inevitable. Pero procuro hacer cosas diferentes, por ejemplo el otro día hice un episódico para Amazon que es algo que no había hecho nunca. Y ni siquiera tuve que hacer casting, seguro que de haberlo hecho no me hubieran cogido. Ten en cuenta que yo siempre he querido ser actriz y de hecho es algo que me encantaría poder retomar en algún momento.
Supongo que en tus inicios actuarías en muchos bares medio vacíos y que esos comienzos no serían fáciles, pero parece que el esfuerzo, al final, tiene su recompensa.
Para mí lo que ha sido duro es haber querido ser actriz y no haber podido serlo. Trabajé mucho para conseguir castings y estudié un montón cuando no existían las redes sociales y ni siquiera sabías por dónde empezar. Pero también tengo que decir que desde el momento en que decidí ser cómica, todo ha sido muy rodado. Cuando trabajaba en agencias de publicidad, lo que realmente me ilusionaba era poder ir a tomar una caña y a probar material a la salida de la oficina. Y la verdad es que no tuve que esperar mucho para que me dieran una oportunidad.
Y unos años más tarde llegó el reconocimiento. ¿Qué es para ti el éxito?
Para mí el éxito es que no te canses nunca de tu vocación, que nunca llegue a darte pereza lo que se supone que te apasiona. Y para que eso no ocurra tienes que estar continuamente esforzándote para seguir mejorando, independientemente de si tienes fama o dinero. Siempre vas a poder conseguir una mejor versión de ti misma, pero para eso hace falta ese punto de ambición que nunca debes perder.
Imagina que ha llegado tu hora y te toca elegir «el menú del último día».
El primer plato lo tengo claro: sería el arroz con chirlas que me solía preparar mi abuela, que siempre me ha encantado. Y en lugar de pedir segundo y postre, te voy a decir dos postres: cheesecake y nutellotto, que es algo que descubrí hace poco y que lleva Nutella, pistacho y mascarpone. Me flipa, procuro tomarlo una vez a la semana.