La reconciliación no se ha producido ni siquiera al final de su vida: el testamento del empresario que revolucionó los vinos de Ribera del Duero, que falleció el pasado 23 de mayo en Santander, excluye por completo de su herencia a las tres hijas con las que estaba enfrentado por el control de la bodega. Es el desenlace de una lucha familiar y judicial que comenzó hace tiempo, cuando le retiraron de todos los órganos directivos de las empresas que había creado, algo que obligó a Alejandro Fernández a presentarse ante los juzgados para exigir lo que estimaba suyo.
El fundador de bodegas Pesquera ha dejado todo su patrimonio a Eva, la pequeña de las cuatro hijas que tuvo con Esperanza Rivera, que ha sido la única que se puso de su lado desde que comenzó el conflicto. Y a las mayores, Lucía, Olga y Mari Cruz, las ha dejado incluso fuera de la legítima (esa parte de las herencias en la que entran obligatoriamente todos los herederos forzosos salvo causa de desheredación). Estas no podrán obtener nada del 49,72% que poseía su difunto padre de la sociedad vitivinícola que empezó a crear en el año 1975 y que la propia familia valoró hace un año en 150 millones de euros.
El testamento también recoge que las beneficiarias de la estricta legítima que le hubiera correspondido a sus tres hijas desheredadas sean para las nietas del bodeguero, las ocho hijas de las cuatro hermanas. El documento con las últimas voluntades de Alejandro Fernández se firmó ante una notaria de Valladolid cinco días antes de su fallecimiento, que se produjo en Santander, donde se encontraba de vacaciones con su hija Eva.
El enfrentamiento familiar, que algunos medios han bautizado como el Falcon Crest de Castilla y León, por el momento termina con la hija menor, Eva, como poseedora del 49% de la empresa menos parte de la legítima. Mientras que sus tres hermanas se quedan con el 49% que pertenece a la madre, más la legítima de sus respectivas hijas, algo que les garantiza el control de la sociedad.
En un comunicado escrito por ellas, Lucía, Olga y Mari Cruz han querido dejar constancia de que seguirán al frente de la gestión de la empresa, rebautizada como Familia Fernández Rivera. «Nos gustaría, de manera oficial y en primera persona, comunicarte que, una vez conocidas las ultimas voluntades de mi padre, y al margen de las distintas acciones que a raíz de ellas se puedan emprender, la continuidad del actual equipo de gestión, así como de los distintos proyectos que venimos desarrollando, están garantizados. A pesar de la profunda tristeza por la que estamos pasando, las políticas empresariales, comerciales y de cualquier índole, seguirán el curso de las actividades habituales de nuestra compañía».