La catalana Cocó Constants (Barcelona, 1995) es psicóloga de formación, pero en los últimos años se ha convertido en un referente nacional del fitness. El confinamiento y sus rutinas inspiradas en el pilates terminaron de convertirla en una de las más relevantes figuras del ámbito del ejercicio físico, hasta el punto de entrar en 2020 en el Top-100 influencers de Forbes España. Nos escapamos con ella a la Costa Brava para descubrir sus rincones favoritos.
¿Cuáles son tus primeros recuerdos de la Costa Brava?
Me viene a la mente una Cocó con ocho años, que pasaba los agostos en el apartamento de mis abuelos paternos, con mis primas, porque mi tía, que vive en Bruselas, venía en verano con ellas y nos encontrábamos allí. Y recuerdo la sensación de volver de la playa, llenos de sal del mar y de pegarnos una ducha con la manguera en la terraza, cansados de jugar, para comer con nuestros abuelos una súper comidita.
¿Tenías entonces alguna comida en particular que te encantara?
Siempre me ha gustado mucho la tortilla de patata de mi abuela y la pasta con tomate.
No lo has dicho todavía. ¿De qué pueblo estás hablando?
De Calella de Palafrugell. Al principio pasaba los veranos con mis abuelos en su apartamento y luego también con mis padres nos instalamos ahí toda la familia. Mis abuelos siguen conservando la casa, que sigue igual que cuando yo tenía ocho años. De pequeña habíamos veraneado en la montaña, en La Cerdaña, hasta que mi abuelo le regaló a mi abuela ese apartamento pequeñito en Calella de Palafrugell y ya no me separé del mar. Además, siempre he sido muy familiar.
Me da la sensación de que Calella de Palafrugell ha conseguido mantenerse bastante pura y no está saturada de turismo…
Bueno… en agosto se nota muchísimo la cantidad de gente que hay y también se ha construido bastante en los últimos años y eso se nota. Hay una calle principal que separa el lado del mar y el lado de la montaña. Antes sólo estaba construido el lado del mar y algo en el de montaña. Pero ahora está todo construido y se nota que hay más gente.
¿Y sueles ir en fines de semana normales, fuera de vacaciones?
Relaciono la Costa Brava con momentos de desconexión. Es una gozada poder disfrutar de las vistas con otro color.
¿Otras zonas de la Costa Brava a las que suelas ir?
Siempre que estoy me muevo bastante por ahí. De hecho, ahora ya no me instalo en Calella de Palafrugell, sino que me quedo más al interior.
Pero una vez ahí te mueves por toda la zona: te vas a una cala o a otra o a casa de unos amigos. Estés donde estés y vayas donde vayas vas a tardar 20 minutos. Me gusta mucho el interior. Me gusta mucho Peratallada y pasear por Pals. Begur… que tiene mucho ambiente, con muchos restaurantitos, y también me gusta ir conociendo cada verano restaurantes nuevos del interior.
En mi página web (www.ffitcocohouse.com) tengo dos entradas en el apartado blog sobre restaurantes, hoteles y planes de la Costa Brava, para empezar a ir creando mi propia guía que voy completando con el tiempo, porque siempre hay sitios que descubrir.
Todos los rincones de la Costa Brava son especiales y diferentes, pero si tuviera que escoger uno, me quedaba sin duda con Calella de Palafrugell, que es donde empecé a veranear y de donde tengo muy buenos recuerdos, no sólo de pequeña, porque es allí donde también, de alguna manera, conocí a mi actual pareja. Por eso sigue siendo muy especial para mí.
Es un pueblo costero con casitas blancas, calles estrechitas con muchas flores y el suelo de piedra, y con muchas calas diferentes en los alrededores. Es muy Costa Brava y muy auténtico.
Otra cosa que me encanta de Calella de Palafrugell es su parte del Camino de Ronda. Bueno, en realidad, todo el camino, pero el de Calella de Palafrugell a Llafranch es súper bonito y siempre que paseo por ahí digo el mismo comentario, y es que por mucho que siempre que esté en Calella lo haga, lo sigo observando y disfrutando como si fuera la primera vez que pasara por ahí.
¿Y cuáles son tus restaurantes favoritos?
Son muchos. Por el ambiente, me quedo con Mas Sorrer (Carretera Torroella). Por el arroz, con Toc al mar (Aiguablava). Las vistas del Balcó de Calella.
Luego para días que puedas tener antojo de japonés, el Far Nomo de Llafranch. Para un clásico de cocina marinera catalana, el León (en Llafranc).
Para llegar desde el mar, el restaurante del hotel Aigua Blava (en Begur). Y para una cita romántica, El Pati (Peratallada).
¿Tienes algún hotel que te llame la atención y al que, aunque tengas tu casa, decidas ir porque te apetece dormir allí?
Tengo la suerte de que gracias a mi trabajo he estado en bastantes hoteles de la Costa Brava y hay uno muy especial en el interior, si te apetece un fin de semana o una estancia tranquila, el hotel La Bionda de Begur, que está en el centro de Begur.
Es un hotel precioso, con un trato inmejorable y Carla, que es la dueña, es un encanto. Lo recomiendo muchísimo. Y si prefieres una estancia costera en el mar y en una masía –que es algo un poco difícil de encontrar en la Costa Brava– con jardín y piscina, recomiendo el hotel Mas Pastora de Llafranc.
No has citado el Alto Ampurdán, el Ampurdán daliniano. ¿No lo visitas?
No suelo ir porque, al final, de sur a norte hay muchísimos kilómetros. En mi caso no me suelo mover más allá de esos 20 minutos que te decía. Eso no quita que haga escapadas de fin de semana con mi pareja y me vaya a Cadaqués, por ejemplo.