Cristina Plazas (Madrid, 1969) es una de las caras más habituales en la pequeña pantalla, ya que a lo largo de su trayectoria ha tenido la oportunidad de participar en numerosas series. Aunque muchos la recordamos por su papel como Marina Salgado en Los hombres de Paco, la actriz ya había trabajado antes en otras ficciones (como Hospital Central o Serallonga).
Actualmente da vida a uno de los personajes principales de El Nudo, la ficción que todos los jueves se puede ver en Antena 3 (previamente pasó por la ventana de Atresplayer) y de la que quedan por emitir en prime time cuatro capítulos. La trama cuenta la historia de dos parejas que, víctimas del destino, se cruzan para vivir un amor prohibido.
Pero además, Cristina Plazas regresa esta noche a nuestras televisiones con la cuarta temporada de Estoy Vivo, la serie con tintes sobrenaturales de Televisión Española que a su vez protagonizan Javier Gutiérrez, Alejo Sauras y Anna Castillo. En la entrevista nos habla de todo ello, pero también nos descubre su mayor afición: la elaboración de aceite de oliva.
¿Qué es lo que tiene Estoy Vivo para que Televisión Española siga apostando por ella?
Creo que tiene identidad propia y que no se parece a ninguna de las series que hay. Con esto no quiero decir que sea ni mejor ni peor, hablo de que no se parece. Normalmente las series que vemos las podemos definir con una frase (un thriller, una dramedia…), pero Estoy Vivo es ciencia ficción mezclada con terror, drama y comedia. Es todo eso mezclado, un montón de géneros unidos. Y creo que entonces abarca un amplio espectro de los espectadores. Todo el mundo encuentra en Estoy Vivo su empatía, su conexión, y creo que eso es lo que tiene.
¿Nos puedes adelantar algo sobre esta cuarta temporada?
Los «Vengadores de Vallecas» (así los llamamos nosotros) ahora son más, porque somos más los que conocemos la idiosincrasia de nuestro mundo (esto de que existe una realidad paralela, un lugar donde los muertos pueden volver a la Tierra). Estamos más implicados en todas las tramas y la serie es mucho más coral que en otras temporadas. Ha pasado un año y todos los personajes están en otro lugar completamente diferente a donde les dejamos en el final de la tercera. Laura, por ejemplo, a la que siempre habíamos visto como una ama de casa, preocupada por sus hijas, con el peso de haber perdido a su marido y de haberse vuelto a enamorar varias veces y de diferentes personas, al final ha recuperado al amor de su vida, Andrés Vargas, aunque ahora esté en el cuerpo de Manuel Márquez.
Es una mujer optimista y enérgica que, como dices, después de muchos avatares ha recuperado al amor de su vida. ¿Cómo se presenta la temporada para ella?
Laura empieza la temporada tranquila, pero en el primer capítulo hay un gran apagón global y pierde el contacto con su hija mayor y con su nieta. Lo vive con dolor, pero también con esperanza, porque como es una mujer que ha estado muerta y ahora está viva cree que todo tiene solución. Además, paralelamente hay un momento en el que quiere ahondar sobre su pasado y de alguna manera vuelve a su infancia para intentar entender cosas que pasaron cuando ella era muy pequeña. Mi personaje transita por lugares muy apasionantes. También se ve envuelta en un tema que serviría para una novela negra de Mankell… Laura se ve envuelta en un asesinato.
Laura ha muerto y ha regresado. ¿Qué color tienen ahora para ella la vida y la muerte?
Para ella el color de la muerte ya no es solo negro. Hay un verde esperanza que te mueres, nunca mejor dicho, porque ella ya sabe que existe un lugar donde no nos vamos del todo y podemos regresar, aunque no siempre suceda así. Y el color verde de la vida tiene ahora para ella matices también, porque descubrir todo ese mundo paralelo le hace estar mucho más en equilibrio con la vida. La vida no es esa cosa acotada de que naces, creces y mueres, sino que hay muchísimas más aristas y muchísimos más planos.
Yo no soy especialmente creyente en nada, acaricio el budismo pero sin meterme mucho. Y en cuanto a la reencarnación no pienso que sea ni del todo cierta ni incierta, pero esta idea que tenemos, sobre todo Occidente, de que la muerte es el final de todo es un poco ridícula. Porque no es verdad, tienes todo lo vivido. Si lo vives todo con el horror de que se ha cerrado una puerta y de que todo está oscuro, claro que solo puedes sentir dolor. Y eso no es justo tampoco. Si consiguiéramos tener otro vínculo con la muerte seríamos mucho más felices. Lo único cierto en la vida es la muerte, ¿cómo es posible que lo neguemos tanto y que no sepamos aceptarlo? Cuando veo esas películas americanas en las que la gente celebra la muerte pienso en que ojalá fuéramos así, porque nosotros solo quedamos para llorar y para horrorizarnos.
Me ha dado la sensación de que en esta temporada hay más humor que en las anteriores. ¿Es así? Porque en estos tiempos se agradece.
Es una decisión del creador, Daniel Écija. En Estoy Vivo siempre ha habido mucho humor, pero en esta temporada ha habido una apuesta clarísima. Yo creo que habrá momentos antológicos. Como las escenas son muy corales, en algún momento hemos hecho cosas conjuntamente que creo que van a ser para partirse de risa. Y se ha hecho aposta. Écija quería que fuera una temporada que nos sacase un poquito de todo esto que estamos viviendo todavía y que es tan horroroso.
¿Cómo ha sido rodar en tiempos de covid? Porque El Nudo (de la que ahora hablaremos) se rodó antes de la pandemia, pero Estoy Vivo empezó a rodarse en agosto…
Cuando empezamos a rodar fue duro. Encontrarte con todo el equipo con mascarilla, sin poderte abrazar, sin poderte tocar… fue muy tremendo. Luego también estaba el miedo diario a contagiarte y a que todo se fuera a parar, pero Estoy Vivo ha tenido la suerte de no hacerlo ni con Filomena. Y al principio también fue tremendo acostumbrarse a hacer los ensayos con la mascarilla puesta, porque un ensayo es el noventa por ciento de lo que vas a hacer cuando la cámara se enciende. Como actriz estás haciendo una cosa que es antinatural. Expresarlo todo con los ojos y hablar con la boca muy pequeña.
La serie ha roto todos los moldes de la ciencia ficción en España, ¿esperabas cuando te presentaron el proyecto que tuviera la repercusión que ha tenido?
Tuvimos dudas. La primera temporada fue como “¿pero esto qué es?, ¿a quién le va a interesar?, ¿para qué público es?” Pero realmente fue un bombazo. Nosotros además tenemos un público súper fiel, la gente que ve Estoy Vivo es gente que está enamorada de los personajes. Creo que a Daniel Écija le gusta mucho arriesgarse (acordémonos de Águila Roja) y en el caso de Estoy Vivo le ha salido muy bien.
De Estoy Vivo a El Nudo hay un cambio de registro bastante drástico en tus personajes. Pasas de ser una ama de casa a ser una mujer rica. ¿Cómo ha sido este salto para ti?
En Estoy Vivo de repente muere mi personaje y casi inmediatamente me ofrecen El Nudo. Al llegarme los primeros guiones entendí que era una futura rectora de una universidad, con un casoplón espectacular, mucha pasta, mucho glamour… Y entonces me encontré ensayando sobre unos taconazos, dejando a un lado el vaquerito, las manoletinas y la coleta para ir bien maqueada, bien peinada siempre y con una ropa maravillosa. Tuve que pasar de estar haciendo tortillas de patata en delantal a hacer creer que tenía ese poderío. No sabes cómo disfruté el viaje. Porque esto no se dice mucho, pero yo las cosas dramáticas de los personajes las dejo a un lado cuando llego a mi casa. Pero las que me hacen sentir bien me ayudan en la vida. Y pasé una temporadita encantada de sentirme tan mona y tan elegante, porque también lo llevaba a mi propia vida. Me hice la rica durante unos meses, me sentó bien eso.
Natalia Verbeke dijo en una entrevista que uno de los personajes que más ha gustado es el tuyo. ¿Crees que es así?
Rebeca es muy inquietante. Es aparentemente una mujer generosa, empatica… Pero, claro, a los ricos a veces les es más fácil aparentar empatía y generosidad porque tienen poco que perder. Rebeca no es solo esa cara que vemos, es poliédrica. Es una mujer que vas descubriendo capitulo a capitulo y que te tiene desconcertado hasta el final.
En alguna ocasión has dicho que no sabes si es buena o es mala…
No, no lo tengo nada claro. Y no puedo explicar por qué, porque juzgar a una persona por sus actos sin saber sus antecedentes y su entorno es muy osado. Lo que es fascinante de Rebeca es que aparenta cosas que no es, pero es que ni ella misma lo sabe. No puedo explicar mucho más. Yo creo que es buena, pero a ella le pasan unas cosas que hacen que haga otras que no son de una buena persona.
Como el espectador, tú tampoco sabías cómo iba a evolucionar la serie. Eso debe de ser difícil para preparar el papel, ¿o no?
Es habitual, sobre todo. Al menos en mis experiencias. Cuando te llega una serie no tienes todos los capítulos de esa temporada, son los directores los que te van guiando. En El Nudo sucedía una cosa muy graciosa y es que cuando ensayábamos casi todos los actores juntos a mí a veces me sacaban de la sala. Y mi cabeza volaba mucho porque yo me imaginaba muchas cosas. Al principio pensé que iba a ser difícil, pero luego le vi la ventaja, porque yo trabajaba en presente absoluto cada secuencia. A veces está bien que ni tú mismo sepas por qué te has comportado de según qué manera. Y yo creo que eso es lo que ha hecho que mi personaje haya gustado.
Se titula así justamente porque hay un nudo de cosas que está costando desentrañar… ¿Crees que el desenlace va a sorprender al espectador? He leído que en el último capítulo hay un inesperado giro final.
Creo que sí, creo que va a sorprender porque hay varios giros finales en el último capitulo. Se descubren cosas que durante toda la temporada hemos estado adivinando, pero también hay otras que son absolutamente inesperadas y muy sorpresivas.
Igual de inesperado ha sido descubrir que una de tus aficiones sea la fabricación de aceite de oliva virgen extra. Tienes tu propia marca, Garganta. ¿Cómo nace todo esto?
Nace hace casi 8 años. Mi pareja y yo teníamos el sueño de tener un bosquecillo y descubrimos que podíamos tener un terreno de más de una hectárea con olivos. Entonces decidimos embarcarnos en una aventura con unos amigos que ya tenían un terreno en Extremadura. Luego estos dos compañeros dejaron de hacer aceite de oliva porque es una cosa muy complicada, sobre todo si quieres hacer tu propio aceite, que es mi caso. No llega a ser un negocio, es casi un cuenta con paga, pero nos hace muy felices porque nos encanta hacerlo. Sueño con que llegue ese día en el que yo gane tanto dinero haciendo cine, que el Garganta lo haga para regalarlo. Ese es mi gran sueño.
Hacer aceite se te da bien. ¿Y cocinar?
Se me da bien lo que se me da bien. Hago cuatro cosas que se me dan bien. Pero cada vez que intento hacer algo nuevo es un desastre. El otro día intente hacer chips de berenjena y se me quemaron. La cocina no es lo mío, pero lo que he practicado lo hago bien. Me sale bien la paella valenciana, las papas con mojo, las sardinas… pero no soy una buena cocinera. Me da rabia, creo que es una asignatura pendiente.
No paras, así que tampoco tienes tiempo para ponerte. Con el ritmo de vida que llevas no debe ser fácil cuidarse, ¿no?
Cuando dejé de fumar cogí peso y me empezó a costar perderlo. Entonces estuve tentada de hacer dietas drásticas… hasta que llamé a una amiga mía, nutricionista, e hicimos un plan por zoom. Ella me ha reeducado con unos menús muy fáciles y ha sido maravilloso porque he perdido el peso que quería y me encanta comer bien. Comer fast food es una porquería. Ahora cuando quiero guarrear lo que hago es comerme una buena carne de wagyu, por ejemplo. No me como una pizza del súper. Como cosas calóricas, pero lo mejor de lo mejor. Para mí ha sido un gran descubrimiento porque a veces he sufrido por estas cosas, lo de las dietas rápidas me ha hecho mucho daño a la cabeza. El error es pensar que solo puedes comer lechuga y pollo a la plancha.
¿Y cuál es tu comida preferida?
Me gusta mucho el marisco, pero mi comida preferida son los arroces bien hechos, me encantan. También como mucho japo, por ejemplo… Me encanta comer, yo me lo como todo.
Para terminar, ¿qué otros proyectos tienes en el horno?
Empiezo los ensayos en septiembre de una obra de teatro que ha escrito Cesc Gay, se llama 53 Diumenges. Y estoy pendiente de otras cosas, pero no se pueden decir aún. También soñamos todos con una quinta temporada de Estoy Vivo, porque Estoy Vivo no se ha acabado. Pero tengo muchas ganas de estar en casa, porque desde agosto no he parado.