La escena comienza con la azafata preguntando entre los pasajeros si hay un médico a bordo. En ese momento, una señora le dice que cree que su compañero de asiento lo es, y aparece Leslie Nielsen con un estetoscopio al cuello. Cuando el doctor acompaña a la azafata a ver a la pasajera que se encuentra mal, se sucede una escena muy loca en la que éste va sacándole huevos de la boca, hasta que rompe la cáscara de uno y sale un pajarito.
Este sencillo sketch es sólo una de las 233 bromas encadenadas en la que es, sin duda, la mejor comedia jamás rodada en un avión (y probablemente fuera de ellos). Y lo traemos aquí porque toda la trama arranca cuando el menú que se sirve a bordo intoxica a los pasajeros –concretamente a los que han tomado pescado– y eso incluye a parte de la tripulación –los memorables ‘Capitán Cambio’ y su copiloto, Kareem Abdul Yabbar–.
Los síntomas de la enfermedad son inequívocos. Nielsen lo explica de este modo: «Empieza con algo de fiebre y sequedad en la garganta; después, el paciente empieza a sentir mareos y convulsiones, tiene espasmos musculares, seguidos de un asqueroso babeo acompañado de flatulencia y ventosidades incontrolables»…
Dirigida por Jerry y David Zucker y Jim Abrahams en pleno esplendor del humor absurdo, la cinta surgió como una parodia de las películas de catástrofes de los setenta, y casi como una broma entre amigos. Pero inopinadamente, el experimento no sólo se convirtió en un éxito de taquilla aclamado por la crítica, sino en una comedia monumental.
Y aunque se celebren 40 años de su estreno, todavía nos hace reír a carcajadas como el primer día. Seguramente nada, nada, nada de lo que suceda alguna vez en un avión pasará sin que evoques alguna de sus inolvidables escenas, como esta del menú intoxicado.
El diálogo
–Dígale al comandante que hay que aterrizar lo antes posible. Hay que llevar a esa mujer a un hospital.
–¿A un hospital? ¿Qué es, doctor?
–Un gran edificio lleno de enfermos, y a veces no hay camas.