«Acaba de morir Pau Donés», sujetando la emoción como se amarran las riendas de un caballo que se desboca, Ignacio Quintana, compañero de faenas en Spainmedia, ex jefe de este cronista en El Gran Musical, Rolling Stone y mil y una batallas, me suelta el titular según nos cruzamos la mañana luminosa del 9 de junio. Almagro 23, cuarta planta, a eso de las 10 de la mañana.
Por supuesto no lo tuiteo. Ni lo suelto en la redacción. Y me cuesta no hacerlo, porque el periodista que llevo dentro me empuja a lanzarme a las redes. Me lo guardo y aprieto los dientes.
Algo intuía ya, también por Ignacio: «Me ha llamado Pau a despedirse. Acabo de colgar». Me lo contó también en la oficina dos semanas antes. No hace falta que escriba que eran muy amigos. Tampoco se lo cuento a nadie. No son cosas que se cuentan.
Ninguno pensábamos que entre la despedida y su muerte transcurriese tan poco tiempo. Tan sólo de imaginar la templanza de Donés llamando a sus colegas, se acojona uno.
El día de la muerte de Pau, al que nunca conocí, pienso que no se está explicando bien que su éxito, su proyección profesional no se entiende bien sin puntualizar el profundo conocimiento que tenía de comunicación y mercadotecnia. El único que lo apunta es Diego Manrique, el maestro, en su obituario para El País. Insisto, el periodismo cultural se ha convertido en un cajón de obituarios. Es posible que los obituarios salven a los diarios de papel, yo les daría más páginas.
Lo conté esa noche en La Brújula de Juan Ramón Lucas en la que Ignacio Rodríguez Burgos, el jefe de economía de la emisora, redacta ese día su crónica citando versos y canciones del músico. Recomiendo al lector recuperar el podcast La mirada cítrica de Burgos es siempre ácida y afilada.
Se me ocurre llamar a José María Piera sin saber si aceptaría, porque eran muy amigos. Piera, la ex ‘P’ de la legendaria agencia S.C.P.F. (la ‘S’ y la ‘P’ la ocupaban dos buenos amigos Toni Segarra y Luis Cuesta), es ahora Chief Executive Officer en Wunderman Thompson Spain. ¡Joder con los nombrecitos de los cargos en las agencias! Yo lo traduciría así: Piera es uno de los mejores: sin su trabajo no se pueden entender los últimos 25 años de comunicación y publicidad en España. Así queda clarito.
José María lo explica con claridad y emoción en el artículo que encontraréis en Forbes.es. «Todo empezó con tres buenos clientes: Kim Faura, Italo Durazzo y Gonzalo Sánchez-Taiz (…) en 1997 tomaba las decisiones de marketing de la marca Ducados. Ellos tuvieron la valentía y (…) decidieron montar y lanzar un sello discográfico». Fundaron Duca2 Music sobre la ola latina que crecía por momentos. Alejo Stivel, siempre en todas las pomadas, hizo de director artístico. Su primer CD Carácter Latino lo encartamos en la revista El Gran Musical como parte del lanzamiento. Piera y yo aún no nos conocíamos. La operación se gestó con los intermediarios comerciales de turno.
Piera, siempre, siempre y repito, siempre, atento a todo, coincidió con Donés, que tocaba con su banda en un garito del Valle de Arán. Compartieron gin-tonics y Piera le contó que La Flaca, sería el single. «Prepárate para que sea la canción del verano porque rodaremos un anuncio que te aseguro, estará muy bien, y tendremos un buen presupuesto para producirlo y darle difusión. Lo emitiremos las suficientes veces como para que lo vea toda España y además lo apoyaremos con una fuerte campaña en radio. Todos saldremos ganando. Tú y tu tema seréis famosos y nosotros triunfaremos contigo».
Donés, de formación publicitaria, se mostró escéptico. Supongo que él mismo había visto vender esa moto a otros. Se fiaba de Piera pero no se fiaba de que pasara. Pero pasó, a pesar de que Donés –los artistas siempre inseguros– propuso que en vez de La Flaca el single fuese En el lado oscuro. Si hubiera elegido ésa, habría dejado de fumar Ducados hasta el mismo Joaquín Sabina (algo que todos sabemos que es imposible).
Del éxito y de la carrera de Pau Donés todo se ha escrito. Yo quiero escribir de esto que apunta Piera. «Pau fue uno de los mayores fabricantes de buena onda que alguno de nosotros pueda conocer». No me olvidaría de Bob Marley ni de Manu Chao. Pero Marley no compartió su cáncer ni tampoco su manera de afrontarlo con una vitalidad desbordante ante todo el mundo, y Manu es más raro que un perro verde.
Mi aportación es sencilla. La formación publicitaria de Donés, esa mirada que lo ayudó a aprender cómo se comunica, cómo conectar con la audiencia, cómo no engañarla y cómo amplificar cuando la audiencia reacciona, lo hizo muy grande. Sin eso, su música no habría conectado de la misma manera, porque la industria no siempre estuvo a la altura.
Pau Donés pasó por una y mil empresas, mil y una alianzas, managers (Morgan Britos lo ayudó mucho) y también épocas de autogestión. Donés hizo del error virtud y se industrializó a sí mismo. Pau tenía un publicista, él mismo. Todos los artistas tienen un centinela entre lo público y lo privado, él no. No me refiero a un manager, a un gestor, a un ‘firmacontratos’. Pau era su mejor relaciones públicas.
«Hola, tronco, soy así, soy como tú, date cuenta». Y lo mismo ha hecho con la enfermedad. «Hola Ignacio, llamo para despedirme». Con sólo esas cinco palabras la partida está ganada. Porque la partida no es si vivir o morir, la partida es cómo vivir y cómo morir.