La Era de Instagram ha hecho que muchos se vuelvan locos tratando de hacer los platos intagrameables a base de brillo. Brillo comestible. Un adorno súper moderno cuyo uso ha ido aumentando en los últimos años, utilizándose desde en alimentos “unicornio” hasta incluso en bebidas como la cerveza o el prosecco. Por no hablar de su uso en temporada navideña, un “must” en todas y cada una de las galletas más vendidas.
Pero esta tendencia tan festiva, colorida e instagrameable tiene una cara oscura: los productos decorativos en los alimentos no son al 100% seguros para nuestro organismo. Concretamente, algunas de las purpurinas que se venden como comestibles y promueven su uso en alimentación pueden llegar a contener productos que no deben ser ingeridos. Los polvos de brillo, purpurina, polvos de discoteca, polvo de centelleo, polvo de destellos, de brillo, de perlas, de pétalos… Da igual cómo se llamen, algunos de estos polvos no deben ingerirse. Aunque hay otros que sí, producidos específicamente para el uso en alimentos, es mejor desconfiar y evitar comerlos que arriesgarse.
Si aun así quieres probar estos polvos brillantes, lo primero que debes hacer antes de comerlos es mirar en la etiqueta que ponga claramente que son comestibles y que incluyen ingredientes como azúcar, acacia (goma arábiga), maltodextrina, almidón de maíz y aditivos de color específicamente aprobados para uso alimentario, incluyendo pigmentos perlescentes a base de mica. En los no comestibles, aunque no ponga la palabra “tóxico” y ponga sólo para fines decorativos (pero no se refiere a fines decorativos gastronómicos), recuerda que no se deben ingerir.