El menú de los aviones… Oiremos pocas veces la delicia que es o el buen sabor que
tiene, porque es bastante sorprendente que nos encontremos algo con estas
características. Pero, ¿por qué?
El problema está en nuestras papilas gustativas. Según un estudio publicado en
International Journal of Gastronomy and Food Science, la falta de humedad, la baja
presión y el ruido del motor modifican el sabor de esta comida. Además, a la hora
de comer no influyen únicamente los productos que ingerimos, sino también el
ambiente en el que lo hacemos.
Al despegar, la sequedad inunda el ambiente de la cabina y afecta directamente a la
mucosa nasal, lo que provoca una reducción en el gusto. Es decir, dejamos de
percibir los alimentos como en tierra firme. Aún así, percibimos con mayor
intensidad el salado, dulce, amargo, ácido y picante, y con aún mayor notoriedad el
umami –quinto sabor-. Por ello, algunas aerolíneas aumentan los condimentos o
salsas en las comidas, para garantizar el buen sabor. Desde American Airlines, Russ
Brown, miembro del servicio de hostelería, ha afirmado a la BBC que “las recetas se
modifican con sal u otros ingredientes para inducir a una atmósfera de comedor
casero en la cabina”.
El lugar, los aditivos y el tipo de comida, eso pasa.
Por cierto, si de postre sirven yogur… ábrelo hacia el asiento delantero. A veces la
presión hace que se cree aire en el interior y al levantar la tapa se despresurice,
pudiendo llegar a salpicar. Es mejor que rocíe un asiento que tu camisa, ¿no?