Echarse la siesta da vida. Es verdad. La siesta es capaz de revivir desde el ánimo más bajo hasta la concentración más distraída. Aún así –y más desde que la healthy life llegó a nuestras vidas-, hay personas que deciden descartarla, por si acaso engorda.
Pues ¡atención!, la siesta no engorda. Es más, no tiene nada que ver con el proceso, ya que este depende del gasto calórico que se produzca a lo largo del día. Además, es hasta beneficiosa, ya que aumenta el rendimiento deportivo, la recuperación cardiovascular y mejora la capacidad de aprendizaje; incluso se podría definir como un ciclo natural del cuerpo por el cual, después de comer, nuestro organismo tiene la necesidad de reposar o ingerir alguna bebida excitante, siguiendo así con el ritmo anterior a la comida.
A pesar de esto, lo poco gusta y lo mucho cansa. La siesta puede ser negativa. Para que esta sea reponedora, no debe exceder los 30 minutos, ya que una “cabezadita” superior a este tiempo alteraría el ciclo de sueño nocturno. Hasta la NASA se hace con este argumento. Lo dicho, revive. Y si lo dice la NASA…