Cada estación, las mesas se visten de gala para acudir a las reuniones más importantes: cumpleaños, santos, fiestas y reuniones navideñas. En cambio, en verano añaden un nuevo rol a su lista: son las cómplices de largas tardes, noches e incluso nos atreveríamos a decir mañanas (a pesar del calor), de idas y venidas de bebidas y platos dispuestos a sacar el lado más fresco, natural y colorido de sus comensales. Pero no todo es la comida, sino que la guinda de este pastel –y para que las fotos de la comilona consigan muchos likes- es nada más y nada menos que vestir la mesa.
Si eres de los que disfrutan “jugando” a domicilio, ya sabrás que eso de “todo vale”, no vale. Perderías puntuación si, por ejemplo, a cada uno les pusieras un vaso de diferente medida o de distinto color. Por ello, y con lo que debes hacerte para ti y para siempre, es con una vajilla de los colores y las temáticas del verano. Sí, así es: verde lima, amarillo, naranja, rojo… y no podemos olvidar al más clásico, el color blanco. Recuerda que es muy útil que estos combinen con el color del mantel o con el del camino de mesa; de esta forma crearás un contraste digno de recordar y darás a tus invitados otra excusa para organizar “la siguiente”.
Olvídate de descuidar la mesa, adórnala con tus favoritos para ocasiones especiales; no pasa nada si se manchan o rompen, recuerda que es una celebración con tus familiares y/o amigos, ¿qué puede haber más especial? Así que disfruta de las cenas al aire libre, las largas sobremesas, las agradables meriendas…
Y es que no hay nada como una buena excusa para celebrar el verano.