Los diez años de Fever-tree saben mejor con ginebra y su nueva (e intrigante) propuesta. Soplemos velas.
Somos de esos a los que nos tienen ganados. Pertenecemos a ese rango de gente que considera que el destilado premium no puede combinarse con cualquier hielo, vaso, rodaja de limón y, lo que es más importante de todo y casi un 80% de lo que ingerimos (dependiendo del consumidor, claro), el refresco. Tras el boom del popular gin tonic, el adiós al vaso de tubo y la calurosa bienvenida que le dimos al aperitivo al más puro estilo inglés, hoy podemos decir que para practicar el arte de mezclar no vale ser cualquier novato. Los diez años que llevan a la espalda todas y cada una de las burbujas de Fever-Tree les dan esa sabiduría y potestad necesarias para lanzarse y probar con… flores.
Vale que nos han sorprendido con su limonada, su cola, su soda y hasta su ginger beer, pero traer a la mesa un refresco con aroma a la tónica a base de flor de saúco es una táctica infalible contra aquellos a los que el amargo se les hacía bola. Con un toque dulce y esa característica nota de la quinina natural, la marca que hace diez años Charles Rolls y Tim Warrillow fundaron vuelve a abrir el abanico hacia los cincuenta países a los que exporta desde el sur de Inglaterra. Nos han ayudado a pronunciar gin tonic con el mejor acento posible y a ser lo más elegantes que podemos a la hora de beberlo. Ahora nuestra duda es si, para hacer el juego algo más divertido, los cocteleros aficionados a los gin tonics con aspecto de bosque no incluirán en sus grandes copas de balón algunas flores de saúco esparcidas. Como nunca se sabe, nosotros preferimos ir probando esta versión endulzada de la ginebra con tónica y valorar por nosotros mismos. Sin aditivos, edulcorantes artificiales ni conservantes o aromas. Vamos, en la línea de Fever-Tree