Hay algunos que pueden pensar que conocen todos los alimentos que existen en la gastronomía, pero jamás llegaremos a tener acceso a todos. Como las patatas azules. Esta variedad de tubérculo suele ser plantada por pequeños agricultores que huyen de pesticidas químicos. Y es curioso porque ellos son los que nos recomiendan comerlas con piel porque está cargada de yodo, que entre otras cosas, ayuda a regular la tiroides.
El color azul, aunque algunos dirían que es morado, viene de la antocianina, un potente antioxidante que aporta un neuroprotector que permite fortalecer la memoria a corto plazo y ayuda a reducir las inflamaciones. Además regula la tensión arterial y tiene efectos anticancerígenos y antidiabéticos. Y mejora la agudeza visual. Es una gran fuente de vitamina C, potasio, magnesio, fósforo, hierro y cobre. También tiene algo de proteínas y fibra aunque no es en lo que más destaca.
Es verdad que en Europa es difícil encontrarla, y menos en España. En Francia sí que hay cierta tradición gastronómica y se cultivan diferentes variedades de la misma. Pero donde es más común es en Sudamérica y Corea y suele hacerse un puré.